jueves, 21 de enero de 2016

DOG SOLDIERS (2002)



Todo amante del cine de licántropos que se precie debe haber visto o por lo menos haber oído hablar de esta película con la que, allá por el 2002, irrumpía Neil Marshall en el cine de género. Sin embargo, puede que no sea tan conocida para el gran público y debería serlo porque esta pequeña obra de bajo presupuesto se encuentra entre las mejores películas de hombres-lobo de todos los tiempos. Así que, a los que no la habéis visto (que no debéis ser muchos) ¿no os empieza a picar la curiosidad?

Un grupo de soldados británicos está de maniobras en tierras escocesas cuando se topan con un campamento militar totalmente arrasado en el que sólo queda un superviviente. Acto seguido, una manada de hombres-lobo empieza a perseguirles y una zoóloga, que pasaba por allí, les recoge en su coche para refugiarles en una cabaña cercana. Allí dará comienzo una lucha sin cuartel por sobrevivir a lo que se ha convertido en la peor noche de sus vidas.

Estamos frente a la ópera prima de un conocido de este blog: el gran Neil Marshall, que tan sólo 3 años después nos traería esa otra joyita que ya os comenté: The Descent (2005). No os preocupéis que no os voy a volver a contar su obra y milagros en el mundo del cine y la televisión, pero sí aquellos aspectos relevantes para entender esta producción. Marshall es hijo y nieto de militares y siempre quiso hacer una película en la que interviniesen soldados y hombres-lobo, un género al que siempre había sido muy aficionado aunque no terminaban de convencerle las caracterizaciones de los licántropos porque le resultaban poco aterradoras. Además, quería ambientarla en Escocia puesto que solía viajar allí de pequeño y fantasear con la posibilidad de que “algo”  habitara esos bosques. 

A pesar del bajo presupuesto con el que contaba Marshall, ya se atisbaba su gran calidad como guionista y director. Consiguió devolver la originalidad y frescura a un género que se hallaba totalmente  estancado por aquella época. Dog soldiers (2002) fue sin duda un fantástico debut que focalizó toda la atención sobre su director y todo el mundo, incluida yo, esperábamos una secuela. Sin embargo, según aclaró Marshall en una entrevista, lo que él había planeado era una trilogía en la que el soldado Cooper siguiese luchando contra más hombres-lobo u otras criaturas sobrenaturales. El problema es que Marshall ya no tiene los derechos sobre la franquicia, así que nos quedaremos con las ganas.

¿Vosotros pensáis que Marshall consiguió hacer a los licántropos tan aterradores como pretendía? Porque, aparte de ser enormes y muy agresivos, su aspecto no me impactó tanto. Para conseguir que el espectador viese a las bestias tan grandes el recurso que utilizó el director fue construir un decorado con proporciones inferiores a las habituales, así los hombres-lobo tenían que entrar encorvados por la puerta y, en comparación con las habitaciones o el atrezo, se les veía gigantescos.

El ritmo de Dog Soldiers es vertiginoso, no decae en ningún momento. Los diálogos, muy ingeniosos, están cargados de un humor bastante negro que no empaña para nada el tono terrorífico de la película. La conversación entre Cooper y el Sargento Wells cuando a éste se le salen las tripas por el zarpazo de un hombre-lobo, es graciosísima.

Lo más interesante de la película es ver cómo este grupo de duros y aguerridos soldados se enfrenta a las bestias con los pocos medios de  que disponen en la cabaña en la que están acorralados.  Se asemejan a los tres cerditos del cuento que deben impedir que el lobo entre en la cabaña, pero aquí los lobos no se contentan con soplar, sino que rompen puertas, ventanas y lo que haga falta. La escena más delirante es aquélla en la que Spoon lucha cuerpo a cuerpo contra un hombre-lobo enorme y, literalmente, lo da todo, peleando con uñas y dientes para acabar con la bestia. Sin duda, una escena mítica del cine de terror.

Además de tener una buena historia y una dirección notable, Dog Soldiers, cuenta con un elenco de actores de lo más solvente: Sean Pertwee, Kevin McKidd, Liam Cunningham,… Sus actuaciones son totalmente creíbles y nunca caen en la parodia o en la exageración. Particularmente me encantó Sean Pertwee como ese sargento duro como el acero que es capaz de encontrar el humor en todas las situaciones, a pesar de que éstas sean  desastrosas.

Un dato curioso sobre los actores es que, en un primer momento, se pensó en Jason Statham para el papel de Cooper, pero éste lo rechazó para participar en la película de Carpenter, Fantasmas de Marte (2001). Hoy sabemos que esta decisión no fue nada acertada pero cualquiera, en la misma situación, habría hecho lo mismo o ¿vosotros habríais desperdiciado la oportunidad de trabajar con un maestro del cine, frente a la oferta de un debutante? También se barajó la posibilidad de que Simon Pegg interpretase a Spoon, pero como éste ya se había comprometido a participar en The Shaun of the Dead (2004) no pudo ser, pero la jugada le salió bastante mejor, jejeje.

En la cinta encontramos un montón de referencias a otras películas como: Zulú (1964), Alien (1979) o Evil Dead (1981) y, algo que partir de este momento se convirtió en una costumbre para Marshall fue incluir la mención a Eddie Oswald en todas sus películas. Su nombre aparece en conversaciones o carteles, pero nunca ha sido un personaje, así que ¿a qué esperáis para buscarlo en toda su filmografía? Yo pienso ponerme con ello y de paso visionar varias películas que todavía no he tenido la oportunidad de ver.

Algo que no se entiende viendo la calidad de la cinta y el bodrio de producciones que llega, en muchas ocasiones, a los cines, es que Dog Soldiers no se estrenara en las salas norteamericanas sino en el canal SyFy, algo que desde luego tuvo que ser indignante. Pero, en fin, qué le vamos a hacer, la industria del cine es un negocio y lo que busca es dinero y rentabilizar todos sus productos.

Para finalizar, sólo me queda recomendaros Dog Soldiers porque sin duda es una de las películas imprescindibles de este subgénero. Supone un nuevo enfoque desde el que ver a las bestias, en una película de acción/terror, al más puro estilo de Depredador (1987). Esto no quiere decir que sea perfecta, también tiene sus fallos como una calidad de imagen muy mejorable o un giro final en el argumento que carece de sentido pero, independientemente de esto, no podemos negarle a Marshall el mérito de haber creado con su ópera prima una obra de culto para el género. Un aplauso para él y sólo me queda pedirle que vuelva pronto al cine de terror, que lo hace muy bien y decirle que su participación en uno de los segmentos de Tales of Halloween (2015), nos ha sabido a poco.