viernes, 28 de julio de 2017

HARBINGUER DOWN (2015)


Recuerdo que la primera película de terror que vi fue por un error de mis padres y acabé en el cine viendo Child's Play, allá por año 1988 pero, a pesar de que Chucky me produjo multitud de pesadillas, salí fascinada por ese muñeco pelirrojo. Desde entonces, he tenido especial predilección por el cine de género, aunque de joven mi acceso fue muy limitado al no estar rodeada por horror lovers. La única víctima fue mi pobre madre que se veía obligada a satisfacer los sangrientos gustos cinéfilos de su hija adolescente y tuvo que tragarse cosas como: Scream (1996), I know what you did last summer (1997), The Faculty (1998) o Urban Legend (1998).

Con todo este rollo os quiero contar que el cine de terror ochentero me pillo muy pequeña y no he podido disfrutar de él, hasta una época muy tardía. En el caso de, The Thing (1982), de mi venerado John Carpenter, la vi al poco de abrir el blog y me fascinó de la misma manera que lo había hecho Chucky en mi más tierna infancia. Así que imaginaros que, después de haber visto la para mí, decente precuela de 2011, lo que supuso enterarme de que existía una secuela no oficial de la película original.

La accidentada historia de esta película no podía ser más interesante para una flipada de The Thing cómo yo. Allá por el 2011, la Universal decidió hacer una precuela/remake de la cinta de Carpenter pero con una protagonista femenina que acabaría siendo la siempre maravillosa Mary Elisabeth Winstead. Conocedores de que la principal baza de la película original, residía en los efectos especiales prácticos, decidieron contratar a Amalgamated Dinamics Inc (ADI), dirigida por Alec Gillis, expertos en la creación de monstruos en películas como Alien 3 (1992),  Tremors (1990) o Alien vs Predator (2004). Pero finalmente, no sabemos debido a qué causa, Universal decidió prescindir de los efectos artesanales de ADI y sustituirlos por CGI, tal y como aparecen en la precuela oficial. Sin embargo, Gillis, lejos de conformarse con esta decisión, decidió aprovechar estos recursos y emprendió una campaña en Kickstarter que se convirtió en la financiación más cuantiosa de un proyecto de ciencia ficción y terror de la plataforma. El resultado fue Harbinger Down, escrita y dirigida por el propio Gillis y protagonizada por un icono del cine de los 80, Lance Herriksen.



Esta secuela, no oficial, cuenta la historia de un grupo de estudiantes de posgrado que se embarcan en el buque que da nombre a la película, con el propósito de estudiar los efectos del calentamiento global en el mar de Bering. La tripulación rescata del fondo marino lo que parecen ser unos restos espaciales soviéticos congelados, pero lo que verdaderamente despiertan es un organismo letal que no dudará en aniquilar a la raza humana.

El propósito de Gillis y su equipo era convertir esta película en una especie de tributo a los clásicos del cine de terror y de la ciencia ficción ochenteros, mediante la utilización exclusiva de animatronics y efectos de maquillaje. El problema es que parece que sólo se centraron en evitar todo tipo de efectos digitales y no en elaborar un guion atractivo e interesante.

Como es habitual, en las películas de serie B de este tipo, tenemos un monstruo que se vuelve muy agresivo al abandonar su entorno y estado habitual, localiza víctimas con las que alimentarse y alcanzar dimensiones gigantescas, poniendo a toda la tripulación de este barco en jaque.


Tenemos un grupo de personajes, bastante estereotipados: El profesor egocéntrico, el capitán duro y valiente, la rusa borde, el gigante de cuerpo imponente, pero más bueno que el pan, el típico sabelotodo y la estudiante inteligente que toma las riendas de la situación, pero que carece del carisma necesario para emular a heroínas como Sigourney Weaver o Linda Hamilton. En definitiva, que ninguno resulta lo suficientemente atractivo como para que nos preocupe ni lo mas mínimo su vida. Además, el orden de bajas, lejos de ser sorprendente, se puede adivinar a los 10 minutos de película.

La historia tiene momentos en los que la intensidad decae y, para ser los efectos especiales el punto fuerte de esta cinta, no me parecieron ninguna maravilla. Sigo prefiriendo los efectos especiales y el diseño del monstruo de la película de Carpenter porque, a pesar de que el diseño del bicho no me desagradó, tenía una especie de fulgor azulado que me recordaba al cutrerío de las peores películas de SyFy.

Sinceramente, no os recomendaría Harbinger Down, a no ser que os guste tanto como a mí la película del 82 o seáis unos fanáticos de los efectos artesanales. Se me hizo bastante pesada, a pesar de que este universo monstruoso me encanta y que estaba como loca por verla desde que me enteré de su existencia. Podéis matarme si queréis, pero os confieso que a mí me gusta mucho más la película del 2011 y creo que como precuela funciona perfectamente. Ahí lo dejo, jejeje.