Conocí esta película gracias a mi gran amigo Salva Valero, del programa de radio Noches de Terror y del podcast Terrores Nocturnos, que me habló de
ella y a la que incluso le dedicó parte de uno de sus programas que podéis
escuchar aquí. Cuando hice mi búsqueda exhaustiva de cintas para Halloween como
buena Sherlock Holmes y di con Deadly Friend (1986), tuve claro que la elegiría para este especial porque siempre
hay ganas de ver una película del maestro Wes
Craven. Es una de sus producciones menos conocidas, de la que incluso el
propio director renegó debido a los cambios que se vio obligado a realizar
sobre su obra original y que no le dejaron contento con el resultado.
Paul, un estudiante aventajado con grandes conocimientos
de inteligencia artificial y matemáticas, se muda junto a su madre y BB, un robot de su creación, a un nueva
ciudad para continuar con sus estudios. Al poco tiempo conoce a Tom, el repartidor de periódicos, y a su
encantadora vecina, Samantha, de la
que se enamora rápidamente. Sam tiene
problemas en casa y, como consecuencia de ellos, muere al caerse por las
escaleras. Paul, desolado por la
perdida, intenta revivir a su amada instalando uno de los chips de BB en el cerebro de Sam. Sin embargo, no todo saldrá como Paul espera, ya que la chica vuelve con oscuras intenciones.
Deadly Friend me resultó un poco confusa, con esto no quiero
decir que no me gustase, merece la pena verla aunque sólo sea por esa gran
escena con el balón de baloncesto, jejeje. El problema que le vi es que tenía
partes muy naïves con esos
adolescentes tan sumamente inocentes, porque la broma de Halloween que consiste
en saltarse la valla de la casa de la bruja del barrio para tocar su timbre, me
parece un poco, no sé, infantil para la edad de estos chicos, ¿no? Esto se
contrapone con las escenas tan sangrientas que hay en ocasiones y que te sacan
un poco del tono dramático que tiene la película, y ya no hablemos del final que, aparentemente,
no tiene ningún sentido y que tiene toda la pinta de estar puesto con calzador.
Todo este caos se entiende cuando leí lo complicada
que había sido la producción de esta película. La idea original del bueno de Wes Craven era haber hecho un thriller
sobrenatural, con calificación PG (los padres deben orientar sobre el contenido
a los menores de 10 años), en la que el verdadero monstruo hubiese sido el
padre de Sam. Sin
embargo, la Warner Bros. quería que esta
cinta fuese similar al último éxito de Craven,
A Nightmare on Elm Street (1984), y le
instaron a incluir escenas más gore y un nuevo final por lo que pasó a obtener
una calificación R (menores de 17 años acompañados por adultos), que
normalmente supone el fracaso económico de una película. Pero los cambios no terminaron aquí, ya que
la MPAA (Asociación Cinematográfica de EEUU) también llevo a cabo sus
habituales recortes. Craven cuenta en
una entrevista que una de las partes que eliminaron pertenecía a la escena del
baloncesto que os comentaba antes, en la que se podía ver a la víctima
corriendo durante unos segundos de un lado para otro sin cabeza. Así que, con
todas estas modificaciones no es de extrañar que el director reniegue de la
cinta porque el resultado tiene poco que ver con su proyecto.
A pesar de todo esto, puede verse
el toque característico de Craven y
las similitudes que tiene con A Nightmare on Elm Street en los sueños que tienen los dos protagonistas y que son a
cada cual más sangriento y oscuro.
En el reparto destaca Kristy Swanson interpretando a la chica
robot/zombi. En la primera parte te encariñas con su cara de ángel y su
dulzura, pero tras ponerle el chip, un poco de sombra de ojos y la postura de
manos del saludo vulcaniano, ¡¡tenemos a una robot asesina!! Lo que nadie
explica y queda un poco extraño es por qué con la instalación del chip adquiere
una fuerza sobrenatural. Matthew
Labyorteaux que interpreta a Paul,
fue una estrella televisiva a principios de los ochenta por su papel en Little House on the Prairie (1976-1983), que
como comprenderéis yo no he visto, jejeje. Me hizo mucha ilusión encontrarme con
la que para mí siempre será Mama Fratelli
de los Goonies (1985), Anne Ramsey, pero la estrella
indiscutible de Deadly Friend es BB, ese robot amarillo tipo WALL-E construido por Paul, que tiene bastante mala leche y
una lengua de trapo muy al estilo de los Gremlims.
Menudo justiciero esta hecho BB, jajaja.
El resto de los personajes son
bastante planos ya que desconocemos las motivaciones o problemas que hacen que
el padre de Sam sea un monstruo, o
por qué la vecina loca es tan violenta con la gente que ronda su casa.
El final de Deadly Friend no hay por dónde cogerlo. Menuda feliz idea tuvo Mark Tapin, cabeza pensante de este
cambio y presidente, por aquel entonces, de la Warner. La escena que, no me
digáis por qué, me recordó el momento en que Schwarzenegger
se quita la máscara en Total Recall (1990), sólo tendría sentido si se tratase de otro sueño macabro de Paul, ¿no os parece?
En
resumen, una película que merece la pena ver o revisitar acompañado por estos
amigos que estamos intentando introducir en nuestro mundo de horror lovers,
jejeje. Tiene el encanto de constatar cómo en los 80 no necesitaban complicadas
sesiones de maquillaje o recurrir al CGI para conseguir transformar a un ser
humano en robot, un poco de sombra de ojos y marchando…