Cuando una película se pone de moda, las redes sociales y los
blogs no paran de hablar de ella y en mí suele producirse un efecto de
saturación que me quita las ganas de verla durante una temporada. Esto es algo
que estoy intentando evitar porque, normalmente, si tanta gente habla de una
producción es porque ésta merece la pena y ya me ha pasado en alguna ocasión
que, una vez superado este ligero “trauma” inicial y haberla visionado, me ha
encantado. Éste fue el caso de la genial Lo
que hacemos en las sombras (2014), de la claustrofóbica Así en la tierra como en el infierno (2014) o de la
maravillosa The Final Girls (2015).
Así que ya os iré contando por mi cuenta de twitter (@justaida3) con qué películas estoy
teniendo este problema porque seguro que van a merecer la pena y así vosotros podéis
disfrutarlas en su momento y no un año después como yo, jejeje. Lo bueno de
todo esto es que una va aprendiendo de sus errores y en el caso de Before I Wake (2016) no me he demorado
tanto en su visionado, aunque también tengo que reconocer que, a pesar de que
me gustado bastante, no es tan increíble como las que he mencionado
anteriormente.
Uno de los factores que favorecieron que viese esta película
fue su guionista y director, Mike Flanagan.
En los últimos años, Flanagan se ha
labrado un nombre en el cine de género gracias a títulos como Absentia (2011), Oculus (2013) o su último trabajo producido directamente por
Netflix, Hush (2016). Aunque el
estreno de Before I Wake estaba
previsto para 2015, numerosos problemas, entre ellos la declaración en
bancarrota de su distribuidora americana, Relativity
Media, han retrasado el estreno de esta película. El titulo original de la
cinta era Somnia y junto a Absentia y Oculus formaría, según Flanagan,
una trilogía no oficial sobre el dolor en todas sus variantes.
Jessie y Mark son un joven matrimonio que tras
haber perdido a su hijo pequeño, deciden adoptar a Cody, un niño que tras perder a su madre no ha encontrado a los
padres adoptivos adecuados. Todos parecen estar muy felices y adaptarse
perfectamente a la nueva situación, hasta que Cody se duerme. Los sueños del niño parecen trasladarse al mundo
real y esto no sería un gran problema sino fuese porque los niños de 8 años
también sufren horribles pesadillas…
Esta película es como un cuento fantástico al más puro estilo
del Laberinto del Fauno (2006) y el
principal error de la campaña publicitaria ha sido venderla como una película
de terror que no es. No olvidemos que la cinta ha recibido una clasificación
PG-13 (menores de 13 años acompañados) por parte de la MPAA así que, como es de
suponer, las muestras de terror son mínimas pero esto no desfavorece a la
película para nada. Esta campaña de marketing no contaba con el beneplácito de Flanagan que prefiere describir su película
como un drama fantástico, y eso es lo que es exactamente, el drama que viven
todos los protagonistas implicados en la historia y cómo cada uno de ellos gestiona
ese dolor.
Destaca un reparto de caras conocidas encabezado por Kate Bosworth y Thomas Jane. Sinceramente, Bosworth
no me gustó mucho en su papel porque considero a esta actriz bastante
inexpresiva y en su actuación en Before
I Wake no me resultó mucho más creíble que habitualmente. Durante la mayor parte de la película se
muestra fría y bastante distante de la situación que está viviendo, como si nada calase en su interior pero, en la última parte, se produce un cambio
radical en su persona y se convierte en una madre desesperada, capaz de todo por
recuperar a Cody. Por el contrario, Jane sí que me convenció y eso que cada
vez que veo a este actor no puedo borrar su imagen de hombre rudo en The Punisher (2004), pero la verdad es
que su interpretación de amante padre y esposo es creíble y bastante correcta. Pero
ninguno de los dos tiene nada que hacer frente al talento y la dulzura del joven
Jacob Tremblay, que consiguió
encandilarme con su actuación y me recordó que todavía no he visto La habitación (2015), película posterior
a ésta, pero que se estrenó con
anterioridad y por la que obtuvo un gran reconocimiento de crítica y público.
Uno de los aspectos que más llaman la atención de la película es
la potencia visual de las imágenes que valiéndose de la recreación en el mundo
real de los sueños del niño, nos adentra en un mundo mágico inundado de
mariposas de colores, de entornos bucólicos que representan los sueños de unos
padres, que vuelven a revivir la etapa más feliz de sus vidas.
Bajo mi punto de vista, lo que más
flojea en la película es su conclusión. La explicación que nos dan ante el
origen y la existencia del monstruo está bastante bien hilada, pero no así las
consecuencias de sus actos. Este monstruo se ha llevado, no sabemos muy bien dónde, a varios de los seres queridos de las familias que han acogido a Cody pero, al descubrir cuál es la verdadera naturaleza de este ser, no queda muy
claro el paradero de estas personas, sobre todo de una. No quiero concretar más, para no caer en
spoilers, pero estoy segura que cuando veáis la película sabréis a qué me
refiero y entenderéis por qué pienso que era necesaria esa explicación.