En Dans ma Peu, tambien escrita, dirigida y protagonizada por Marina de Van, conocemos a Esther, una mujer en su treintena, ambiciosa, con ganas de escalar en su trabajo y de formalizar la relación con su pareja. Tras sufrir un accidente que le desfigura la pierna, Esther encontrará un extraño placer en la automutilación que automáticamente deriva en el auto canibalismo y una absoluta fascinación por la carne muerta. Un argumento de lo más cotidiano, ¿no os parece? jajaja.
En esta perturbadora película, en la que ya os adelanto que había escenas de apretar los dientes y otras de retirar la mirada, aunque más por lo que se insinua, que por lo que se enseña, seremos testigos de la psicosis de Esther y cómo la gente que le rodea se enfrenta a su problema. En primer lugar, nuestra protagonista, cuyo rostro ya me perturbaba por su notable parecido con Béatrice Dalle, la inquientante antagonista de À l'intériur (2007), sufre un accidente mientras pasea a oscuras por el patio en el que se celebra una fiesta de trabajo. Tarda en darse cuenta de su herida, que para nada es superficial y en vez de acudir rapidamente al hospital, se va con sus amigos a tomar algo y no es hasta más tarde, cuando acude a una clínica. Aquí nos escontramos con el primer personaje secundario, el doctor, al que le va a parecer muy extraño el comportamiento de Esther y su decisión de no someterse a cirugia estética para ocultar la fea cicatriz que se le va a quedar.
Desde el primer momento, nos presentan a Esther como una mujer insegura, que al mismo tiempo quiere escalar en su trabajo y se siente halagada cuando alguien valora sus méritos. La relación con su pareja, Vincent, interpretado por Laurent Lucas, al que vimos recientemente en Raw (2017), pero que yo siempre recordaré por Calvaire (2004), la más cruel representación del terror rural, es un tanto extraña. Ambos están en la treintena avanzada y todavía no viven juntos pero, además, Vincent se comporta de una manera un tanto controladora y psicótica cuando descubre que su novia se autolesiona. Todo esto contribuye a que Esther vea en sus mutilaciones una via de escape y placer a todos los elementos que la anfixian en su vida cotidiana. A partir de ese momento, será cuando comience a triunfar en su trabajo, hasta que todo se vaya de madre y su patología se vuelva tan insotenible que empiece a tener alucionaciones, hasta el punto de desdibujar los límites entre fantasia y realidad.
Entre los aspectos que destacaría, sería la brillante actuación de Marina de Van que trasmite a la perfeccion la inseguridad y fragilidad de su personaje, así como la fascinación y adicción por su propia carne que se convierte en toda una adicción para ella, de la que no puede, ni quiere escapar. De Van consigue que sintamos en nuestar propia carne, cada uno de sus cortes y mordiscos. Los secundarios sirven para dar unas pocas pinceladas de este mundo de depredadores que asfixia a Esther: un novio controlador, un jefe excesivamente exigente y una supuesta amiga muy competitiva. En lo que a mi respecta, los secundarios están bastante desaprovechados y su tramas hubiesen enriquecido el resultado final.
Lo cierto es que la premisa de Dans ma Peau era muy interesante, pero hay tramos que resultan pesados por la insistencia de dar vueltas a las mismas cosas una y otra vez. Las escenas en las que la protagonista empieza a comerse su propio cuerpo, están excesivamente alargadas y terminan conviertiendo lo más interesante de la historia, en un camino sumamente tedioso. Dans ma Peau es un interpretación contemplativa y artística del canibalismo, en la que se le da más importacia a la forma que al contenido. Dejo a vuestra libre elección, el que queráis verla o no porque a mi me ha dejado bastante fria, pero os diría que la enfocárais como un preludio de Raw, mucho más pausado, pero igualmente perturbador.