martes, 6 de marzo de 2018

ERREMENTARI (2018)


Sin duda, hoy en día, con el bombardeo de teasers, trailers y demás estratagemas publicitarias al que somos sometidos continuamente, es muy difícil enfrentarse a una película sin apenas saber nada de su argumento. He dicho difícil, pero no imposible porque lo único que sabía de Errementari antes de verla el pasado fin de semana es que estaba basada en una leyenda popular vasca, aunque desconocía totalmente su argumento. Esto me permitió disfrutar a lo grande de la que sin duda se ha convertido en una de las joyas ocultas del este 2018, que sin hacer mucho ruido y con un estreno muy limitado, me ha conquistado con su buen hacer y su demostración de amor por el cine.

A grandes rasgos, Errementari cuenta la historia de un herrero del siglo XIX que vende su alma al diablo a cambio de un acuerdo. El problema es que por azares del destino, un comisario del gobierno cree que éste esconde un tesoro en su herrería y azuza al pequeño pueblo alavense para recuperarlo, mientras que un niña, Usue, también terminará allí, desbaratando no sólo los planes de Patxi el Herrero, si no de todos lo implicados.

Avalada en la producción por Álex de la Iglesia y Carolina Bang, Errementari es la película con la Paul Urkijo debuta en el largometraje. El cineasta alavés que tiene tras de sí una dilatada trayectoria en el mundo del largometraje y que ha sido premiado en numerosas ocasiones, decidió dar el salto a la gran pantalla con la adaptación de su cuento favorito de la infancia, Patxi Errementeria y que podéis leer íntegramente aquí. Pero lo más sorprendente de esta película es que se ha rodado en una variante antigua del euskera para lo que se ha recurrido a expertos lingüistas.

Para recrear esta atmósfera de cuento gótico y fantástico, Errementari cuenta con un diseño de producción espectacular, en la que los monstruos, demonios y el infierno mismo, te transporta a esos entornos mágicos de las grandes producciones hollywoodienses de los 80, en las que los sueños y las pesadillas eran tangibles como en: Legend (1985), Laberynth (1986) o Willow (1988). Llamarme exagerada si queréis, pero para tratarse de una película pequeña, estamos ante una verdadera proeza en este sentido. No os engaño, cuando os digo que mientras estaba viendo Errementari sólo pensaba en el bombo y reconocimiento que se le estaba dando a The Shape of Water (2018) y lo injusto que era que una película echa con tanto mimo, con una historia original y una producción que nada tenía que envidiar a la película de del Toro, hubiese sido estrenada en apenas un puñado de cines (ahora podéis matarme si queréis, jajaja)



En cuanto a la triada protagonista no podría haber estado mejor elegida. Encabezando el reparto, tenemos a Kandido Uranga que con su profunda voz y su carisma hace creíble el papel de este herrero tan malvado que hasta los mismos demonios temen. En el papel de la joven y deslenguada Usue tenemos a la debutante Uma Braclagia, que consigue trasmitirnos el almas de una niña valiente y que no se detiene ante las injusticias. El más conocido de todos es Eneko Sagardoy, premiado como mejor actor revelación en la pasada edición de los premios Goya por Handia (2017) y que aquí esta irreconocible tras capas y capas de maquillaje, pero que demuestra toda su maestría mediante el gran abanico de movimientos y expresiones de su personaje.

La ambientación de la película en un pueblo rural alavense, en pleno siglo XIX, 10 años después de las guerras carlistas, se enmarca perfectamente en esa atmósfera lúgubre , oscura y siniestra de esta fábula, a la que no le falta sus buenas dosis de humor, que nos transporta a los cuentos de nuestra infancia. Y, como buena fábula, no le falta su moraleja que, aunque muy evidente, es algo que todavía sigue muy vigente en la sociedad y nunca viene mal que nos lo recuerden otra vez.

En definitiva, Errementari es una de las grandes películas del terror español de este 2018, aunque en Sitges ya pudo disfrutarse el año pasado. Una cinta que se ha rodado tal y como Urkijo tenía en su cabeza y que supone una autentica gozada en el campo del diseño de producción y ambientación. Salí del cine con ganas de ver todos los cortometrajes de este director y os prometo que seguiré muy de cerca su carrera porque promete darnos más de una grata sorpresa. Os invito a adentraros en el folclore vasco, en un cuento de terror gótico con toques rurales y fantásticos. Una autentica joya de 96 minutos que os llevará a las mismas puertas del Infierno.