lunes, 17 de septiembre de 2018

MAYHEM (2017)


Soy muy fan de esas películas que sacan a la luz los más oscuros deseos de una parte de la población del mundo occidental: liarte a palos y exterminar a algún compañero de curro, incluso a tu propio jefe. Todos lo hemos pensado alguna vez en nuestra vida y en esta época que nos ha tocado vivir de contratos temporales y precarios, parece que las películas de esta temática han proliferado como la espuma: Bloodsucking Bastards (2015) o The Belko Experiment (2016). Aunque las causas que provocan la violencia dentro de la oficina son diferentes en cada caso, siempre acaban con ejecutivos, secretarias y administrativos como auténticos psicokillers masacrándose unos a otros. 

Un virus que provoca que la barrera del respeto y el autocontrol desaparezcan y que los instintos más primarios como la violencia y el sexo afloren sin ningún tipo de freno, ha infectado un bloque de oficinas. El edificio está cerrado por cuarentena y un empleado que acaba de ser despedido, intentará abrirse paso a través de este jungla, para poder llegar hasta la última planta dónde se encuentra el departamento ejecutivo y convencerles de que revoquen su decisión. Para ello contará con la ayuda de una atractiva abogada que también quiere presentarle su causa al mandamás del edifico.

El responsable de este festival de sangre y grapadoras asesinas es Joe Lynch, al que sólo conocía por Wrong Turn 2: Dead End (2007) y la verdad es que preferiría no acordarme de ella. Con una estética de videoclip y un ritmo trepidante, Lynch consigue que su propuesta, lejos de aburrirnos al tener una premisa vista recientemente, nos parezca un producto refrescante y muy entretenido. Aunque la película destaca por su humor negro y una violencia de lo más chusca, esto no significa que Mayhem pretenda, a su manera, criticar la avaricia y el despotismo de las grandes corporaciones. 

La cinta está protagonizada por Steven Young, el chino de Walking Dead que se ve que su técnica de aniquilar zombis, le sirve igualmente para los infectados y rabiosos. A su lado, la impresionante Samara Weaving, de la que todos nos enamoramos en The Babysitter (2017). La química de la pareja, en cuento a compañeros de armas, es muy buena porque todo lo demás resulta altamente increíble. Aunque la vis cómica y macarra de Weaving ya la conocíamos y nos funciona, con Young tengo mis dudas. Me parece un actor muy inexpresivo y con un registro interpretativo muy limitado como para que el peso de toda la película recaiga sobre sus hombros.



El estallido de violencia que transforma a los ejecutivos en asesinos sin escrúpulos, se debe al virus ID-7 que convierte a los infectados en seres rabiosos. El único rasgo físico que los diferencia es que tiene uno de los ojos inyectado en sangre, así que el ahorro en efectos de maquillaje es considerable, pero no menos efectivo. Hay que tener en cuenta que el edificio en el que se encuentran ha sido puesto en cuarentena por sanidad o el ejército mientras hace efecto un antídoto que han lanzado por los conductos del aire y que en 8 horas erradicará el virus. Los cambios físicos no podían ser muy notables si a las 8 horas se pueden ir todos a su casa tan a gusto, ¿no os parece?

La película no se limita a presentarnos una Battle Royale de oficina, si no que sus dos protagonistas, antagónicos en un primer momento, aúnan esfuerzos para conseguir un objetivo y nosotros, como espectadores, los seguimos en su "hazaña épica". Digo antagónicos porque, en un primer momento, el personaje interpretado por Young, Derek Cho, es un abogado de renombre en la firma que ha ido perdiendo su integridad y su alma, es pos de una ambición desmedida con una total falta de escrúpulos. Sin embargo, Melanie Cross a la que da vida Weaving es una abogada que está luchando porque un tiburón empresarial como es la empresa de Cho, no deje a personas desfavorecidas sin su casa. El virus y una causa común: presentar sus quejas ante el director de la firma, harán que luchen contra todos los ejecutivos y oficinistas que quieren hacerles frente. Ataviados con material de obra, imperdible la destreza de la Weaving con una pistola de clavos, la sangre, amputaciones y heridas surgirán por doquier.

Los enemigos están en los pisos de arriba y nuestros protagonistas, como si de un videojuego se tratara, tendrán que ir subiendo planta a planta, para conseguir la llave que los lleve al siguiente nivel. En la cima tendrán que enfrentarse con "La Sirena", la mano derecha del jefe y con "La Muerte" un jefe sin escrúpulos, ni humanidad, totalmente estereotipado, que no dejará que Cho se salga con la suya. 

En definitiva, Mayhem no es una película perfecta, pero dudo que alguien pueda aburrirse con ella. La música y el ritmo de la cinta son frenéticos y te mantienen pegado a la butaca esperando a ver cuál será la siguiente barbaridad que aparezca en pantalla. La violencia extrema, unida al humor negro, funciona a la perfección y en la comparativa inevitable con The Belko Experiment (2016), para mies una clara vencedora. Gana en diversión y gamberrismo a la cinta de Mc Lean, sin desmerecer a ésta. No esperaba mucho de Mayhem por ser una premisa muy repetida en los últimos años, pero la verdad es que me ha sorprendido y me pareció una propuesta de los más refrescante, perfecta para un Festival o para una noche de amigos y cervezas en casa.