martes, 17 de abril de 2018

NINE MILES DOWN (2009)


No me digáis que la de la foto no se parece a los gatos humanoides de Sleepwalkers (1992). Debe ser su prima lejana, jejeje. Llegué a esta película gracias a uno de esos maravillosos especiales de Blog Horror, en esta ocasión, el de sus 60 mejores peliculas de terror del s.XXI. Ya he visto la mayor parte de los títulos que nos propone Mono, su responsable, pero todavía me queda alguna en el tintero. He disfrutado la mayor parte de las películas de esta lista y he descubierto varias joyas, pero lamento deciros que en esta ocasión, no comparto el entusiasmo de mi querido Mono.

Jack, un experto en seguridad de zonas de guerra, es enviado para inspeccionar un campamento científico en medio del desierto del Sáhara, después de haber perdido toda comunicación con ellos. Tras una terrible tormenta de arena, consigue entrar en el reciento que está totalmente abandonado, salvo por el lobo despedazado que encuentra en una de las habitaciones con frases en árabe escritas por las paredes. A la mañana siguiente, casi salida de la nada, se encuentra con la atractiva doctora Christianson, bastante evasiva a sus preguntas, pero que le informa de la muerte de dos miembros del equipo. Jack recibe órdenes de no abandonar el lugar por si algún otro de los científicos regresa, pero a medida que pasa el tiempo, sus dudas con respecto a la misteriosa doctora y el ambiente enrarecido del lugar, empezarán a perturbar la mente del pobre Jack.

La película está dirigida por Anthony Waller que seguro que os sonará por la secuela, un tanto fatídica, de An American Werewolf in Paris (1997) y que no tardará en volver al blog con nada menos que su ópera prima, Mute Witness (1995), ya que fue recomendada por Emma de Spooky Astronaut, en su selección de cine ruso, . Y, ¿qué pinta un director británico haciendo una película rusa? Pues que a veces hay que buscar la financiación de las películas allá dónde estén, jejeje. Como dato curioso, os diré que el bueno de Waller tiene un pequeño papel en Nine Miles Down.

Y, como de casualidades está hecha la vida, resulta que el guionista de Nine Miles Down, Everett De Roche, es el mismo que el de otra película que visioné el mismo fin de semana, Visitors (2003), sobre una regatista que da la vuelta al mundo y sufre episodios de locura. A pesar de que De Roche fue un importante y reconocido guionista australiano reponsable de algunas de las películas más importantes del cine australiano durante los 70 y 80: Patrick (1978), Long Weekend (1978), Roadgames (1981) o Razorback (1984), su experiencia con esta película fue bastante decepcionante. El guion, que se desarrollaba en Australia, llevaba escrito varios años e incluso el propio Carpenter estuvo interesado en él. Cuando Waller compró los derechos del guión, De Roche, salió del proyecto y el guion sufrió varios cambios hasta el punto de cambiar la localización al Sáhara. 



Adentrándonos ya en materia, os diré que estamos frente a una de esas películas engañosas, en la que se juega con el espectador acerca de sí lo que está viendo en pantalla es la realidad o las visiones de una mente perturbada que actua como narrador de la historia. Todo en Nine Miles Down girá en torno a esta premisa y tendremos que averiguar si el entorno está perturbando a Jack, haciendo aflorar sus demonios interiores o si por el contrario, el pozo de gas de los científicos ha perforado el propio Infierno y la carismática Dra Christianson es la encarnación del mismísimo Diablo. Esta idea se basa en la leyenda urbana del Pozo del Infierno, un supuesto pozo escavado en Rusia de tal profundidad (9 millas) del que se dice que alcanzó el propio Infierno y dónde se registraron los lamentos y gritos de los condenados. 

Pues bien, si la trama se basa en creer a uno o a otro, lo que necesitaríamos serían dos personajes sólidos y unas buenas interpretaciones, pero éste es uno de los principales puntos flojos de esta cinta. Adrian Paul que interpreta a este duro agente de seguridad que descenderá a los infiernos, bien por fruto de su locura o bien por el propio Diablo, me pareció bastante inexpresivo y más como un héroe de acción al que no le han dado enemigos reales a los que poder dar mamporros, jejeje. Por su lado, la bellisíma, Kate Nauta, encaja perfectamente en su papel de doctora sexy y la dualidad de su personaje, muy bien llevado en ambas facetas, no sólo hará dudar a Jack sobre su verdadera naturaleza, si no a nosotros como espectadores.

Aunque en su mayor parte, Nine Miles Down es una película entretenida y con una premisa interesante, lo cierto es que, en algunos momentos, se me hizo un poco pesada y me parecía estar viendo una película de Antena 3 por la tarde. Hay mucho dramón chusco que atormenta a nuestro protagonista y escenas que no encajan con la dualidad del personaje de la Dra. Christianson, es decir, sólo responden a su faceta como encarnación del Diablo y está claro que se incluyeron porque son divertidas y sexys. Me refiero a una de las escenas más conocidas de esta película, en la que Nauta aparece con su provocativo delantal rojo, dispuesta a preparar una cena muy peculiar.

Pero no todo en Nine Miles Down es malo, ni muchísimo menos. La sensación de aislamiento y vulnerabilidad, en un entorno en el que no sabes si vas a ser atacado por demonios o insurgentes saharianos, dudas de que la persona que tienes al lado sea de fiar y la ayuda no está cerca, se transmite a la perfección. 

Estamos ante un thriller psicológico en el que todo gira en torno a un juego de realidades e ilusiones. ¿Qué será cierto y qué no? Para mí esta dualidad no está del todo bien llevada en algunas ocasiones y las limitaciones interpretativas de Adrian Paul, no muestran la intensidad del declive psicológico de su personaje. No obstante, creo que es una película entretenida y con una premisa interesante, pero creo que se podría haber explotado mejor. ¡¡Ay, si esto llega a caer en manos de Carpenter!! Siento no coincidir con Mono esta vez,  pero para mi, Nine Miles Down, no le quitaría el puesto a ninguna de las películas que incluí en Mis 50 terrores favoritos del s.XXI