sábado, 18 de abril de 2015

THE BURNING (1981)



Hacía tiempo que había oído hablar de esta película, pero no fue hasta que mi amigo Salva de Noches de Miedo me la recomendó, que no me decidí a verla. 

El cine de la década de los 80 se caracterizó por la proliferación de slashers que surgieron sobretodo tras el éxito de La noche de Halloween (1978) y Viernes 13 (1980). En realidad, era el género del que más películas se hacían. ¡Qué maravilla!, ¿verdad? Ojalá hubiese sido adolescente en esta época, me la hubiese gozado pero bien, jejejeje.


Un grupo de chicos, que se encuentra en el campamento Blackfoot de vacaciones, decide burlarse de Cropsy, el conserje que lleva atormentándoles todo el verano.  Deciden gastarle una broma que se les acaba escapando de las manos y el hombre acabará quemándose vivo. Cuando a los cinco años recibe el alta del hospital, regresará  buscando venganza.

Su guionista y director, Tony Maylam, no hizo nada más destacable después de esta película. Sin embargo, los productores Bob y Harvey Weinstein, fundadores de Miramax, se convirtieron con el tiempo en los más importantes e influyentes de la industria de Hollywood. De hecho, Harvey suele defenderse de las críticas que acusan a esta película de ser una copia de Viernes 13 argumentado que el guión empezó a escribirse mucho antes  y que se basaba en una leyenda que suele contarse en los campamentos de Nueva Jersey y Nueva York, tal y como se muestra en la cinta. Sí que contaron con el mismo técnico de maquillaje, Tom Savini, que rechazó participar en Viernes 13 parte 2 (1981), para estar en esta película.

The Burning (1981) supuso el debut de actores tan conocidos como Jason Alexander (Seinfeld 1980), Fisher Stevens (Cortocircuito 1986) y la ganadora de un Oscar, Holly Hunter (El piano 1993). Ninguno de ellos tiene un papel principal, y si no estamos atentos no veremos siquiera a  Holly Hunter porque sólo aparece unos segundos.

La verdad es que esta película cayó en el olvido entre los muchos slashers similares que aparecieron en la época, pero hay varios factores que la hacen destacable y que introducen elementos innovadores en este género. Aquí el origen y la motivación del asesino no son ningún misterio que vamos a tener que ir averiguando durante el metraje de la película. Tenemos un prólogo donde se nos muestra muy claramente quién es Cropsy, lo que le sucede y por qué llevará a cabo una cruenta venganza. Además, en una de las escenas más memorables de  esta película, se lleva a cabo un asesinato múltiple a plena luz del día, cuando lo habitual es que el asesino acabe con sus víctimas una a una, cuando están a solas. 

Cropsy es un asesino que oculta su rostro bajo un sombrero, que no dice una sola palabra en toda la película, y que sabe ocultarse perfectamente porque nadie le oye nunca llegar. Cuando vemos, a través de sus ojos, cómo espía a los adolescentes desde el bosque, vemos una imagen borrosa que pretende imitar su vista dañada. Este efecto se consiguió untando vaselina en los bordes de la lente. Qué sencillo, ¿verdad? Al igual que sucede en otras películas como  Halloween (1978), la aparición del homicida suele ir acompañada siempre de una cierta música sumamente inquietante y a un volumen demasiado alto. Yo creo que lo hacían para “avisar” a la gente, por si estaba despistada, para que no se perdiese las apariciones del asesino, en plan: ¡Atentos, que viene! Os lo digo porque a mí me pasó, estaba a otras cosas y fue oír la musiquita y automáticamente clavar los ojos en la pantalla.

El arma elegida por Cropsy serán unas tijeras de podar que utilizará para todos sus asesinatos, a excepción del que comete en la ciudad antes de llegar al campamento Stonewater, un campamento cercano al de la tragedia. Un dato curioso es que el actor que interpretaba a Cropsy no podía levantar las tijeras de podar tal y como quería el director, así que tuvo que ser éste, Tony Maylan, quien interpretase al asesino es más de una ocasión. Algo que me llamó la atención fue que, en prácticamente todos los asesinatos, independientemente de dónde  le clavase las tijeras a las víctimas, todas acababan sangrando por la boca. Se me ocurre que a lo mejor las capsulas de sangre artificial que suelen usarse para tales efectos estaban en oferta, ¿no os parece?

El momento más esperado de The Burning es la visión del rostro de Cropsy, desfigurado por el fuego, pero esto no ocurrirá hasta prácticamente el final de la cinta. La verdad es que a mí no me gustó mucho ya que, más que quemada, la piel parecía derretida como una versión de Freddy a medio hacer. Según he leído a Tom Savini sólo le dieron tres días para trabajar en el maquillaje y no quedó muy contento con el resultado. 

Otro detalle  que no me gustó nada fue cuando, al principio, Cropsy se encuentra en el hospital recuperándose de sus heridas y uno de los sanitarios quiere enseñárselo a un médico nuevo y le dice algo así como: “¡El tío está muy quemado, está cocinado! ¡Es un jodido Big Mac muy hecho!”. Me quedé alucinada por la guasa con la que se toma el sanitario lo que le ha pasado a un paciente que ha sufrido quemaduras muy graves. No sé, a lo mejor era un tipo de humor habitual en los 80, pero a mí me pareció de muy mal gusto.

Sin duda, The Burning es un gran slasher que no debería haber caído en el olvido, y es una pena que no se hiciera ninguna secuela. Aunque es posible que, debido a la falta de ideas que asola a la industria de Hollywood últimamente y que no para de hacer remakes de éxitos de los 80, alguien nos sorprenda con una película protagoniza por Cropsy, tijeras en mano. Y ya sabéis: “No miréis, él os verá. No os mováis, os oirá. No respiréis, ¡estáis muertos!