Hacía tiempo que había oído hablar de esta película, pero no fue hasta que mi amigo
Salva de Noches de Miedo me la
recomendó, que no me decidí a verla.
El cine de la década de los 80 se caracterizó por la
proliferación de slashers que
surgieron sobretodo tras el éxito de La
noche de Halloween (1978) y Viernes
13 (1980). En realidad, era el género del que más películas se hacían. ¡Qué
maravilla!, ¿verdad? Ojalá hubiese sido
adolescente en esta época, me la hubiese gozado pero bien, jejejeje.
Un grupo de chicos, que se encuentra en el
campamento Blackfoot de vacaciones,
decide burlarse de Cropsy, el conserje
que lleva atormentándoles todo el verano. Deciden gastarle una broma que se les acaba escapando
de las manos y el hombre acabará quemándose vivo. Cuando a los cinco años recibe
el alta del hospital, regresará buscando
venganza.
Su guionista y director, Tony Maylam, no hizo nada más destacable después de esta película.
Sin embargo, los productores Bob y Harvey
Weinstein, fundadores de Miramax,
se convirtieron con el tiempo en los más importantes e influyentes de la
industria de Hollywood. De hecho, Harvey
suele defenderse de las críticas que acusan a esta película de ser una copia de
Viernes 13 argumentado que el guión empezó
a escribirse mucho antes y que se basaba
en una leyenda que suele contarse en los campamentos de Nueva Jersey y Nueva
York, tal y como se muestra en la cinta. Sí que contaron con el mismo técnico
de maquillaje, Tom Savini, que
rechazó participar en Viernes 13 parte 2
(1981), para estar en esta película.
The Burning (1981) supuso el debut de actores tan conocidos como Jason Alexander (Seinfeld 1980), Fisher
Stevens (Cortocircuito 1986) y
la ganadora de un Oscar, Holly Hunter
(El piano 1993). Ninguno de ellos
tiene un papel principal, y si no estamos atentos no veremos siquiera a Holly Hunter porque sólo aparece unos
segundos.
La verdad es que esta película cayó en el olvido
entre los muchos slashers similares
que aparecieron en la época, pero hay varios factores que la hacen destacable y
que introducen elementos innovadores en este género. Aquí el origen y la
motivación del asesino no son ningún misterio que vamos a tener que ir
averiguando durante el metraje de la película. Tenemos un prólogo donde se nos
muestra muy claramente quién es Cropsy,
lo que le sucede y por qué llevará a cabo una cruenta venganza. Además, en una
de las escenas más memorables de esta
película, se lleva a cabo un asesinato múltiple a plena luz del día, cuando lo habitual
es que el asesino acabe con sus víctimas una a una, cuando están a solas.
Cropsy es un asesino que oculta su rostro bajo un sombrero,
que no dice una sola palabra en toda la película, y que sabe ocultarse
perfectamente porque nadie le oye nunca llegar. Cuando vemos, a través de sus
ojos, cómo espía a los adolescentes desde el bosque, vemos una imagen borrosa
que pretende imitar su vista dañada. Este efecto se consiguió untando vaselina
en los bordes de la lente. Qué sencillo, ¿verdad? Al igual que sucede en otras
películas como Halloween (1978), la aparición del homicida suele ir acompañada
siempre de una cierta música sumamente inquietante y a un volumen demasiado
alto. Yo creo que lo hacían para “avisar” a la gente, por si estaba despistada,
para que no se perdiese las apariciones del asesino, en plan: ¡Atentos, que
viene! Os lo digo porque a mí me pasó, estaba a otras cosas y fue oír la
musiquita y automáticamente clavar los ojos en la pantalla.
El arma elegida por Cropsy serán unas tijeras de podar que utilizará para todos sus asesinatos,
a excepción del que comete en la ciudad antes de llegar al campamento Stonewater, un campamento cercano al de
la tragedia. Un dato curioso es que el actor que interpretaba a Cropsy no podía levantar las tijeras de
podar tal y como quería el director, así que tuvo que ser éste, Tony Maylan, quien interpretase al asesino
es más de una ocasión. Algo que me llamó la atención fue que, en prácticamente todos
los asesinatos, independientemente de dónde le clavase las tijeras a las víctimas, todas
acababan sangrando por la boca. Se me ocurre que a lo mejor las capsulas de
sangre artificial que suelen usarse para tales efectos estaban en oferta, ¿no
os parece?
El momento más esperado de The Burning es la visión del rostro de Cropsy, desfigurado por el fuego, pero esto no ocurrirá hasta prácticamente
el final de la cinta. La verdad es que a mí no me gustó mucho ya que, más que
quemada, la piel parecía derretida como una versión de Freddy a medio hacer. Según he leído a Tom Savini sólo le dieron tres días para trabajar en el maquillaje
y no quedó muy contento con el resultado.
Otro detalle que no me gustó nada fue cuando, al principio,
Cropsy se encuentra en el hospital
recuperándose de sus heridas y uno de los sanitarios quiere enseñárselo a un
médico nuevo y le dice algo así como: “¡El tío está muy quemado, está cocinado!
¡Es un jodido Big Mac muy hecho!”. Me quedé alucinada por la guasa con la que
se toma el sanitario lo que le ha pasado a un paciente que ha sufrido
quemaduras muy graves. No sé, a lo mejor era un tipo de humor habitual en los
80, pero a mí me pareció de muy mal gusto.
Sin duda, The
Burning es un gran slasher que no
debería haber caído en el olvido, y es una pena que no se hiciera ninguna
secuela. Aunque es posible que, debido a la falta de ideas que asola a la industria
de Hollywood últimamente y que no para de hacer remakes de éxitos de los 80,
alguien nos sorprenda con una película protagoniza por Cropsy, tijeras en mano. Y ya sabéis: “No miréis, él os verá. No os mováis, os oirá. No respiréis, ¡estáis
muertos!