Confieso que adoro el cine de terror australiano, y
si su director es Greg McLean ya
siento auténtica pasión. Wolf Creek
(2005) es muy conocida dentro de los círculos del cine de terror pero no lo es tanto para el público en
general, y es una pena porque es uno de los mejores slasher de los últimos tiempos.
Aunque había oído hablar mucho y muy bien de Wolf Creek no había tenido oportunidad
de verla hasta que en la pasada edición de Nocturna, el Festival Internacional de Cine Fantástico de Madrid proyectaron la segunda parte, y allí que fui yo
derechita. Me encantó y hasta me reí un poco porque fui con un compañero de la
universidad, que es filólogo inglés como yo, y no entendíamos ni una palabra de
lo que decía Mick Taylor. Así que no
se yo cómo me iba a defender en el Outback australiano, menos mal que cuando
acabas de ver la película pasa a ocupar el último puesto en tu lista de
destinos turísticos preferidos, jejeje. Salí tan emocionada del cine que cuando
llegué a casa me vi inmediatamente la primera parte, y éste es el resumen de
cómo vi las dos películas de Wolf Creek
en menos de 24 horas, jejeje.
Ben y sus dos amigas inglesas, Liz y Kristy, deciden
alquilar un coche para viajar por el Outback australiano. En primer lugar,
deciden visitar el espectacular cráter formado por la caída de un meteorito en
el Parque Nacional de Wolf Creek, pero cuando van a marcharse se dan cuenta de que
su coche no funciona. Deciden pasar la noche allí, cuando un lugareño muy
amable se ofrece a llevarles a su taller para poder arreglarles el coche. Una
vez llegan al campamento de este hombre, sus idílicas vacaciones pasarán a
convertirse en una auténtica pesadilla, y Mick
Taylor será un nombre que se les grabará a fuego para lo que les reste de
vida.
Una cosa muy importante en ésta, y en todas las
películas de Mclean, es la fotografía
tan espectacular y de amplios planos que hace del inhóspito, aunque atractivo,
paisaje australiano. Estaba a
cargo del desaparecido Will Gibson, y
llama la atención que unos paisajes tan maravillosos aparezcan en una película
de terror de bajo presupuesto en las que estos aspectos no se tratan con el
mimo que vemos aquí. Pero también tuvieron que lidiar con algunas inclemencias
temporales que no estaban en el guión. Cuando les tocó grabar en el cráter se
puso a diluviar, algo que no sucedía en ese lugar desde hacía diez años, y
tuvieron que adaptarse a las nuevas condiciones. Yo creo que la lluvia les vino
estupendamente porque sin duda acrecienta la sensación de temor de los protagonistas
al encontrarse tirados con el coche en una zona remota.
Hace poco hablaron sobre esta película y su
continuación en uno de los podcast que suelo escuchar asiduamente: Aguas Turbias. Una cosa muy graciosa que comentaron y con la que
estoy totalmente de acuerdo es que Mclean
no hace precisamente muy buena publicidad de su país con su filmografía, ¿no os
parece? Jejeje. A esto contribuye también el opening en el que se anuncia que: cada
año desaparecen en Australia 30.000 personas , de las cuales el 90 % aparecen
al cabo de un mes, pero algunos nunca
aparecen…. ¿Todavía queda alguien con ganas de viajar a Australia? Jejeje.
En Wolf Creek
conocemos a Mick Taylor, un asesino
que no necesita ningún tipo de máscara, con una risa que te pone los pelos de
punta, que da mucho, pero que mucho miedo y al que sólo le hizo falta esta
película para hacerse un hueco en el elenco de asesinos míticos del cine de
terror. Pero Mick Taylor no sería
quien es sin la soberbia interpretación de John
Jarrat que se preparó el papel a conciencia: pasó semanas en el desierto, e
incluso estuvo varios días sin ducharse antes del rodaje para darle un aspecto
más rudo (y desde luego sucio) a este
asesino despiadado, con pinta de paleto y con un humor de lo más macabro.
La película comienza con una presentación de
personajes bastante extensa, pero muy realista, y que refleja la relación entre los tres amigos. Las
actuaciones de todos ellos son muy buenas y sus conversaciones, en su mayoría improvisadas, son muy naturales. Precisamente
creo que esta “naturalidad”, unida al carisma de Mick Taylor, es lo que hace a Wolf
Creek destacar en el mundo de los slasher.
Realmente no aporta nada nuevo a este subgénero, pero sus protagonistas son unos chicos normales
(nada de mujeres con amplios escotes y hombres musculados) a los que se pone frente a una situación extrema y
reaccionan de la mejor manera que pueden, sin grandes heroicidades, ni actos de
valentía. Esto es lo mismo que Mclean
hizo en Rogue (2007), otra película que tenéis que ver, en la que un
cocodrilo gigantesco amenaza la vida de un grupo de excursionista normales y corrientes.
Supongo que lo sabréis, pero Wolf Creek está basada en la historia de dos asesinos australianos:
Ivan Milat y Bradley John Murdoch. Sin embargo, Mclean
afirma que escribió el guion en 1997, pero que nunca le gustó lo que había
escrito y no fue hasta que el caso de Milat
salió a la luz que McLean
reescribió el guión e introdujo al hombre agradable que parece que va a ayudarte pero realmente ha venido para
matarte, es decir, a Mick Taylor.
Debido a las similitudes con el caso Murdoch
y que la película iba a estrenarse durante la celebración del juicio, el fiscal
del Estado pidió que se retrasase en el Territorio Norte hasta la finalización
del juicio.
Una cosa que a mí me habría dado un miedo terrible,
por las similitudes que guarda con la película, fue lo que le pasó al segundo
equipo de grabación cuando estaban rodando planos del cráter. Como el lugar
estaba a varias horas de cualquier ciudad, el equipo decidió quedarse a dormir en el coche tras el rodaje. Por la
noche, un extraño muy misterioso apareció en un camión para investigar y,
aunque al poco tiempo se marchó, el equipo asustado decidió dar por terminada
su estancia allí y conducir durante una hora para alejarse del lugar.
No es que os recomiende Wolf Creek, es que os ordeno que dejéis todo lo que estéis haciendo
ahora mismo y os pongáis a verla si todavía no la habéis visto, jejeje. Os
aseguro que, si sois amantes de los slashers,
os encantará conocer a Mick Taylor,
su risita, su sadismo y su humor negro que no dejan indiferente a nadie. Y para
todos aquellos, que como a mí, no tengan suficiente con dos películas sobre
este asesino, se está preparando una miniserie basada en la franquicia que
volverá a contar con John Jarrat y
con Greg Mclean a frente del
proyecto. No puedo esperar para verla, ¿y vosotros?