viernes, 8 de julio de 2016

BITE (2015)


Desde que Starry Eyes (2014) aterrizó en mi vida hace un par de años en el Festival de Molins de Rei, mi pasión por los body horror ha ido en aumento aunque no he encontrado el mismo nivel de satisfacción, hasta la fecha.

Casey y sus amigas se lo están pasando en grande en su despedida de soltera en Costa Rica. En una de esas noches de borrachera, Casey les cuenta a sus amigas las dudas que tiene sobre su matrimonio y tener hijos. Las chicas hacen una escapada a una laguna desconocida para la mayoría de los turistas y a Casey le pica algo bajo el agua. En su vuelta a casa, la picadura de su muslo empieza a infectarse y a extenderse por todo su cuerpo conduciéndola a una transformación no sólo corporal sino psicológica.

Ésta es la quinta película del director y productor canadiense, Chad Archibald. Coescribió el guion con Jayme Laforest a pesar de que nunca se han visto en persona ya que éste vive en Los Ángeles y Archibald en Toronto. Aparte de sus trabajos como director entre los que destaca The Drownsman (2014),  Archibald también está al frente de la productora Black Fawn Films responsable de trabajos no tan conocidos como Antisocial (2013) o The Sublet (2015).

Tras su paso por varios festivales de cine de género, la fama de Bite empezó a crecer debido a las noticias que llegaban de espectadores que se habían desmayado o vomitado durante la proyección y es que varios críticos y medios la catalogaron como la película más desagradable del 2015. Sinceramente, no es para tanto ni muchísimo menos. Las personas que sufrieron estos “problemas” o bien venían de unos de estos concursos de comer hamburguesas como si no hubiese un mañana o iban a ver Cincuenta sobras de Grey (2015) y se equivocaron de sala, jejeje. Bite tiene escenas asquerosillas pero estas reacciones me parecen bastante exageradas, así que supongo que no serán más que producto de una agresiva campaña de marketing.

Algo de lo que me he dado cuenta tras ver la últimas películas que se han hecho sobre este subgénero: Thanatomorphose (2012), Contracted (2013), Starry eyes (2014) o la que hoy nos ocupa, Bite (2015), es que todas ellas ocultan un componente machista o retrogrado en la explicación de la transformación de sus protagonistas, siempre femeninas, por supuesto. Es como si el deterioro o la corrupción de su cuerpo estuviesen ligados a un castigo divino por tener un gran apetito sexual, ser infieles, no querer tener hijos o ambicionar fama y éxito por encima de todo. Además, esta presentación del personaje no ayuda a que los espectadores empaticemos con las protagonistas, las vemos como seres antipáticos y no sufrimos demasiado por su tormento. Es como si llevasen un cartel en la frente que dijese: "Se lo merecen".

La verdad es que este tipo de planteamientos empiezan a aburrirme porque cada vez que me enfrento a una nueva película de body horror, lo primero que pienso es: Vamos a ver que “crimen” ha cometido la protagonista para convertirse en un monstruo. Cierto es que en Contracted: Phase II (2015), el protagonista esta vez es un hombre, pero no está libre de pecado porque mantuvo relaciones sexuales sin protección con la infectada de la primera parte. Sin embargo, esta película es más coral, hay infectados a tutiplén y no se centra exclusivamente en el sufrimiento de este hombre. Lo interesante sería que escogiesen como víctima de la degradación a alguien que cumpliese todos los estándares establecidos por la sociedad. Por ejemplo: una esposa fiel, madre perfecta de unos niños rubios con ojos azules, que realiza trabajos de ayuda en su comunidad y acude todos los domingos a misa. En una excursión o vacaciones con su familia perfecta le pica el bicho que, como en Bite, desata todo el horror. Eso sí que sería novedoso y no castigar a una mujer por no cumplir unas normas sociales arcaicas.

Otra cosa que tienen en común este tipo de películas y que me parece de lo más curioso porque para mí carece de sentido, es que a pesar de las llagas y erupciones de su cuerpo nunca acuden al médico cuando considero que sería la primera reacción de cualquier ser humano. Además, creo que en ninguna de las películas lo justifican, en plan que no tienen seguro médico privado (tan importante en EEUU) o algo así, directamente no lo barajan como una opción. En Bite, lo que hace la protagonista es llamar al médico por teléfono. ¿Dónde se ha visto eso? Jajaja.

Centrándome ya en la producción que estamos analizando hoy, parece que a Archibald se le quedaba corto el body horror y en su tramo final, la película se transforma en una cinta de monstruos vengativos. En este sentido tiene bastantes similitudes con The Fly (1986), a la que sin duda toma como referencia. Los personajes secundarios como el novio, la suegra o las amigas, no aportan prácticamente nada, sólo cabrear a la protagonista para que desate su furia contra ellos y tengamos un buen body count.  

Para mí, lo mejor y en lo que se gastaron la mayor parte del presupuesto es la trasformación de Casey, interpretada por Elma Begovic, y su casa. Su pequeño apartamento se va convirtiendo es una especie de madriguera donde todo está cubierto por una especie de huevas de color anaranjado. No terminé de entender si esta masa viscosa que Casey mira embelesada son sus huevos y otros seres como ella van a salir de ahí, pero me parecieron excesivos los planos es los que vemos el goteo incesante de estas huevas al suelo. Los efectos especiales son bastante buenos y en su defensa tengo que decir que la mayor parte son prácticos.
En resumen, Bite me pareció un poco floja, seguramente mis grandes expectativas estaban condicionadas por una publicidad exagerada porque el resultado no es tan terrorífico, ni desagradable, como lo venden. La historia y los personajes que rodean la trasformación de Casey no me importaban nada y, en ocasiones, los tramos en los que aparecían me resultaban tediosos. La trasformación de la protagonista en bicho con todos sus complementos: escupitajos corrosivos, cola con aguijón es lo mejor de todo. Bite le gustará a todos aquellos que, como a mí, les gusten las películas de este subgénero pero no os esperéis gran cosa, a parte de unos buenos efectos especiales. De momento, nadie consigue bajar a Starry Eyes de ese pedestal en el que la tengo y sigue siendo mi body horror favorito del siglo XXI.