He decido crear esta sección para advertiros de los
peligros que se ocultan tras el cine de terror, esas películas que son unos
auténticos truños, jajaja. Hay cintas que son aburridísimas, que están mal
hechas o que tienen un argumento que no hay por donde cogerlo. Y es que, si os recomiendo aquellas películas
que no debéis perderos, ¿no os parece igual de necesario que os diga cuáles
debéis evitar? Como siempre, es tan sólo mi opinión y, sin duda, la vuestra
puede ser radicalmente opuesta. Así que, espero leer vuestros comentarios y ver
sí estamos o no de acuerdo.
THANATOMORPHOSE (2012)
Yo fui una de las muchas personas a las que el año
pasado les encantó Starry Eyes (2014)
y, claro, no tuve ningún reparo a la hora de acercarme a otra película de
temática similar, y así es como llegué a Thanatomorphose
(2012), una de las películas más aburridas y sin sentido que yo me he
echado a la cara.
Tras una noche de pasión con su agresivo novio, el
cuerpo de Laura, que está viva, empieza a pudrirse. Alguno de sus amigos
intenta ayudar y llevarla al hospital pero ella se niega, a pesar de que su
deterioro físico avanza a toda velocidad.
¿Por qué he elegido esta cinta para inaugurar mi
sección de Truños varios? Pues
porque Thanatomorphose es un aburrimiento
inconmensurable, es de esas películas con las que lamentas haber perdido hora y
media de tu vida, de esas en las que quedarte mirando el gotelé de la pared se
torna una actividad mucho más interesante que ver esta estupidez.
Está dirigida por el canadiense Éric Falardeau, que debutó en el mundo del largometraje con esta
película y que con sus cortos ya había cosechado algunos premios en diferentes
festivales. De hecho, Thanatomorphose
consiguió alzarse con el premio a la mejor película en el Festival de cine de terror de Molins de Rei de 2012 (No quiero ni
imaginarme cómo tenía que ser el resto…) Para su financiación, Falardeau recurrió al sistema de Fundraising teaser, que consiste en
crear un teaser promocional con el que conseguir fondos para realizar el
largometraje. Os dejó el enlace para que veáis que el teaser parecía otra cosa,
y que seguramente la historia hubiese resultado interesante para un
cortometraje, pero no para una película de 90 minutos.
El argumento de la película es exclusivamente la
descomposición del cuerpo de Laura,
no pasa absolutamente nada más. Así que, como era de suponer, lo más
interesante que podemos encontrar son los efectos de maquillaje utilizados para
reproducir este terrible proceso, que la verdad, están
muy bien conseguidos. El resto, no tiene sentido alguno: la protagonista parece
no preocuparse en absoluto por la descomposición de su propio cuerpo, de hecho,
prefiere quedarse en casa y no contempla en ningún momento ir al hospital. Lo que sí le apetece es practicar sexo casi con quien se
tercie, cosa que me dejó un poco atónita porque no entendí cómo “tenía cuerpo”
para tales apetencias.
En mi intento por descubrir la intención de Falardeau al realizar esta película, he
visto una entrevista que le realizó el conocido blog de cine de terror, Terror Weekend y que os enlazó aquí. En ella da a entender que en Thanatomorphose trataba de reflejar el hastío que siente la
protagonista hacia su propia vida: la situación con su novio, la falta de
motivación en su trabajo… y que esto se expresa metafóricamente en la corrupción de su cuerpo. Bien, pues mi
pregunta es: ¿no había otra forma más amena de reflejar esta idea tan peculiar?
Resumiendo, sí queréis ver una película en la que un
cuerpo femenino se va pudriendo poco a poco, por favor, elegid Starry Eyes. Es entretenida,
perturbadora y sorprendente. Ya os la traeré al blog para hablaros de ella más
en profundidad. Pero, en serio, no os acerquéis a Thanatomorphose, porque os aseguro que si no paráis la cinta a los
diez minutos, estaréis deseando que la protagonista se muera o alguien acabe
con su vida, para poder salvar a vuestro cerebro de una muerte segura.
CABIN FEVER 2: SPRING FEVER (2009)
Ésta es otra película que va directamente a esta
sección de truños por ser sumamente aburrida y nada fiel a su precuela. Yo soy
fan absoluta de Cabin Fever (2002) y
tenía muchas ganas de ver su secuela y volver a disfrutar con este virus carnívoro,
pero decepcionada es poco para como me hizo sentir esta cinta.
Me sorprendió bastante que fuese tan mala teniendo
en cuanta que su director era Ti West.
un director que cuenta con películas tan buenas como: The house of the Devil (2009), The Innkeepers (2011) o The sacrament
(2013). Pero indagando datos sobre la cinta, descubrí que las relaciones
entre West y los estudios
responsables de Cabin Fever 2: Spring
Fever (2009) no fueron especialmente buenas. En un principio, Eli Roth, el director de la primera
parte, era quién se iba a hacer cargo de la secuela, pero a los productores no
les gustó el guión que les propuso y por eso la cinta cayó en manos de West. Sin embargo, aquí no acabaron los problemas con esta
producción ya que la película se
terminó sin la aprobación de West, y hasta
pidió que su nombre apareciese en los créditos bajo un seudónimo: Alan Smithee. Esto no fue posible porque
en ese momento él no era miembro del gremio de directores americanos (Directors
Guild of America), requisito indispensable para que su petición fuera atendida.
Desde entonces, el director reniega de esta película y dice que es más una obra
de los productores que suya. La verdad es que después de haberme enterado de
esto, ya están resueltas mis dudas respecto a la autoría de la cinta.
El
virus de la primera película se transmite aquí a través del agua embotellada de
una conocida marca que la recoge de un rio contaminado que se encuentra cerca
de la cabaña que aparece en la primera parte.
Estas botellas llegan hasta el baile de primavera del instituto de una pequeña
localidad, envenenando a todo aquel que la bebe. Cuando las autoridades se dan
cuenta del desastre, cierran el edificio,
manteniéndolos a todos en cuarentena o aplicando medidas más drásticas: todo
aquél que intenta salir es eliminado.
Lo
único que me gusta de Cabin Fever 2 es
su espectacular comienzo. Está muy bien enlazado con la primera entrega gracias
a la intervención de varios de los personajes originales, como Paul (Rider Strong) o Winston
(Giuseppe Andrews), el ayudante del sheriff. Paul se despierta a la orilla de un rio con el cuerpo lleno de
heridas y pústulas, dando a entender que él es el responsable de la
contaminación del agua. En su intento por llegar a la carretera en busca de
ayuda será el protagonista de la que, a mi parecer, es la mejor escena de toda
la película.
Pero
a partir de este momento la cinta se convierte en un auténtico aburrimiento carente
de sentido. Porque, ¿dónde está el virus que descomponía la piel y que, sin
lugar a dudas, era el mayor aliciente de la primera entrega? Aquí el virus que
nos muestran simplemente deja alguna llaga y luego, eso sí, todo el mundo
vomita sangre a borbotones. Os puedo asegurar que os vais a cansar de ver gente
vomitando sangre porque los infectados prácticamente no hacen otra cosa. ¿Dónde
están esos efectos de maquillaje brutales de la primera parte donde se podía
ver la carne llena de llagas, sangrando y los huesos asomando? Si esperáis ver
algo de eso, ya os digo que aquí no lo vais a encontrar.
Hay diferentes personajes en la
película que protagonizan diferentes subtramas que no son para nada
interesantes. Siguen el esquema de una comedia adolescente, pero sin ninguna
gracia. La pareja protagonista no es para nada carismática y, quitando alguna
escena algo más sorprendente, me aburrieron al igual que el resto.
Seguro
que hay gente a quién le gustó Cabin
Fever 2 y entendió el sentido del humor de la película, pero yo no, y la
verdad es que habiendo tantas películas como hay que ver, yo no perdería el
tiempo en ver ésta. Sigo teniendo la esperanza de que en la tercera entrega: Cabin Fever 3: Patient Zero (2014), el
resultado sea mejor, ya que he visto alguna imagen de la película y parece que vuelven
a la idea inicial del virus que se va comiendo la carne poco a poco. Cruzaré
los dedos, jejeje.