Cuando terminé de ver I saw the devil (2010) supe que iba a
ser la película con la que el blog volvería de sus vacaciones. Para que entendáis
un poco las circunstancias en las que vi esta cinta, tenéis que saber que, tras
un viaje que hice a Francia en tren hace ya algunos meses, y en el que sufrí
una demora de dos horas, ya nunca hago este tipo de trayectos largos sin mi Ipad
cargado con varias películas, por si las moscas. Así fue como vi I saw the devil, en el AVE camino de
Barcelona y puedo deciros que me mantuvo tan absorta durante sus 144 minutos de
metraje que el viaje se me pasó volando.
Ya sabéis que no me gusta
limitarme al cine de género que nos ofrece la potente industria estadounidense
y que suelo reseñar películas de terror de otros países, especialmente de
Australia y Francia que son mi debilidad. Todavía no os había traído nada del
cine de terror asiático y creo que ya iba siendo hora, ¿no? Si os digo la
verdad, me daba un poco de pereza enfrentarme a estas películas, ya que mi
contacto con ellas se remontaba a finales de los 90, principios del 2000, con
el boom del cine de terror japonés. En esa época yo rondaba la veintena y me parecía
soberanamente aburrido el ritmo pausado, los fantasmas y el terror,
predominantemente psicológico, que caracteriza a las películas del J-horror. Sin
embargo, decidí enfrentarme a este rechazo inicial y recurrí a mis amigos
cinéfilos para que me recomendasen una buena cinta con la que adentrarme de
manera segura en el prolífico cine de terror asiático. Puedo deciros que
acertaron de lleno con I saw the devil, y ahora estoy ansiosa por descubrir las
innumerables joyas que esconde la industria oriental.
Su director es el surcoreano Ji-woon Kim, cineasta de renombre en
todo el mundo. Las películas de Kim abordan multitud de géneros pero,
sin duda, la fama internacional le llegó con A Tale of Two sisters (2003), una historia de fantasmas terrorífica
que ya estoy deseando ver. Min-sik Choi,
el actor que interpreta al homicida en la película, le pasó el guion a Kim, que rápidamente se sintió atrapado
por la crudeza de la historia y,
aprovechando el retraso que estaba sufriendo la producción americana que
iba a realizar en ese momento, decidió enfrentarse al desafío que suponía la
realización de I saw the devil.
La novia de un agente del
servicio nacional de inteligencia es cruelmente asesinada por un psicópata. El
padre de la chica, un reconocido comisario retirado, le pasa los expedientes de
los principales sospechosos a Soo-hyeon, el novio, que, cegado por el deseo de
venganza, perseguirá y torturará a todos los sospechosos hasta hallar al
asesino de su prometida, el temible Kyung-chul.
Cuando Soo-hyeon consigue dar con él,
le torturará en su intento de hacerle experimentar el mismo dolor que él está
padeciendo y el terror que debió sufrir su novia. Pero tras esto, el agente
secreto le dejará nuevamente en libertad pero sólo para volver a darle a darle
caza una y otra vez, iniciando un despiadado juego del gato y el ratón.
El estreno de la película en las
salas coreanas sufrió demoras ya que fue necesario recortar las escenas de
mayor violencia para que recibiese una calificación adecuada para ser
proyectada en los cines. Afortunadamente las copias que se distribuyeron en el extranjero
muestran la versión original del director, sin ningún tipo de censura. Una de esas escenas suprimidas en Corea, que
me pareció sumamente impactante, es aquella en la que Soo-hyeon secciona el talón de Aquiles del psicópata.
Nos encontramos ante un thriller
totalmente sobrecogedor, donde la venganza es llevada a su máximo extremo. Seremos
testigos de cómo la ira y el sentimiento de culpa hacen que una persona normal
se convierta en el mismo monstruo al que trata de atrapar. Esto plantea un
dilema moral a los espectadores que ven como sus simpatías están con un héroe
de lo más sádico. De hecho, llega un momento en la película en que no sabes
quién de los dos es el diablo al que hace referencia el título. ¿Qué os parece
a vosotros?
Gran parte de la fuerza de esta
joya cinematográfica reside en las potentes actuaciones de sus dos
protagonistas. El conocido Min-sik Choi
interpreta a un psicópata que trabaja a tiempo parcial como conductor de un
autobús escolar. Su aspecto desaliñado y esa mirada perturbadora hacen que
desconfiemos de él desde el primer momento, mucho antes de saber cuáles son sus
intenciones. Todo en él transmite maldad y locura. Su némesis, el policía
secreto desolado por el asesinato de su novia, está interpretado por Byung-hun Lee. Lee transmite a la perfección la transformación que sufre su
personaje, de una persona enamorada y cariñosa a un torturador despiadado sin escrúpulos.
El ritmo de la película es vertiginoso
y no decae en ningún momento por lo que su excesivo metraje a mí no se me hizo
pesado. Sí que hay partes que se podrían haber eliminado y el resultado
seguiría siendo el mismo, pero en lo que a mí respecta esta perfecta así.
En cuanto a la puesta en escena
considero que no tiene nada que envidiar a las grandes producciones de
Hollywood. Hay escenas con multitud de extras y persecuciones espectaculares. Destaca
aquella que tiene lugar dentro de un taxi y que es absolutamente brutal. Como curiosidad
deciros que para rodar esa escena, en la que hay litros y litros de sangre,
disponían de ropa extra para el cambio de vestuario, pero tuvieron que repetir
la escena tantas veces que se quedaron sin ropa y tuvieron que lavarla. Cuando
se disponían a grabar la cuarta toma, que por lo visto fue la definitiva, los
actores vestían la ropa húmeda porque no había dado tiempo suficiente para que
se secara.
Algo que destaca en I saw the devil es su cuidada estética.
La crudeza de la historia contrasta con lo bellas que son las imágenes en cada
escena. Los colores son fuertes y definidos y los contrastes muy marcados. Destacaría
la escena del comienzo de la película en la que todo el paisaje está cubierto por
una gruesa capa de nieve blanca, en contraste con la sangre de la chica de un
color rojo intenso. También me llamo la
atención la indumentaria de los dos protagonistas: el asesino viste con colores
variados, mientras que el agente secreto va siempre de negro o tonos oscuros.
Puede que el mercado ya esté
saturado de películas que abordan el tema de la venganza, pero I saw the devil es mucho más que eso. Aquí
el héroe no se pasa tres cuartas partes de la película persiguiendo al asesino,
para luego acabar con él en tramo final, como suele ser lo habitual. Lo que
hace esta película es reflejar fielmente una de las más famosas citas de
Nietzsche: “Quien con monstruos lucha, cuide de convertirse a su vez en monstruo.
Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”
(Más allá del bien y del mal) Así que no esperéis más y poneos a disfrutar con
esta joya del cine de terror asiático.