El poster de esta película era otro de esos que me llamaban tanto
la atención en el videoclub cuando era pequeña: una muñeca cadavérica con sus
ojos en la mano y la frase “Quiero jugar contigo”, impresionaba bastante a una
niña que todavía jugaba con ellas, jejeje. Dolls
(1987) era una cinta que tenía muchas ganas de ver, como todas aquellas que
me sobrecogían en mi más tierna infancia y, a pesar de que me ha costado
bastante dar con ella, la encontré en el impresionante catálogo de Filmin. Si sois amantes del cine de
terror y estáis dudando a qué portal de streaming uniros, yo os recomendaría Filmin porque su catálogo sobre el
género es insuperable. Yo me decidí gracias a una comparativa que, si no recuerdo
mal, puso en twitter el blog de cine de terror Aullidos, en la que dicho portal de streaming ganaba por goleada en
contenido terrorífico y, seamos sinceros, si incluyes en tu catalogo títulos
como Bubba Ho-Tep (2003) o Á L’intèrieur (2007), te has ganado mi
corazón.
A causa de una terrible tormenta, el coche en el que viaja una
niña junto a su padre y su madrastra se
queda atascado en el barro en medio de ninguna parte. Cuando se adentran en el
bosque descubren una misteriosa mansión en la que sus propietarios, un anciano
fabricante de muñecas y su mujer, les acogen gustosamente. Poco tiempo después aparece
otro hombre, Ralph, junto con dos
autoestopistas y el matrimonio de ancianos les invita a todos a pasar la noche
en la mansión. Lo que todavía no saben es que esa noche serán puestos a prueba
y no todos lograrán ver la luz del sol al día siguiente.
Segunda producción del director Stuart Gordon tras el éxito
conseguido con su ópera prima, Re-animator
(1985). El prolífico productor Charles
Band, que durante toda su carrera ha producido infinidad de películas relacionadas
con todo tipo de muñecos asesinos,
galletas de jengibre poseídas, etc. y cuyo mayor éxito ha sido la saga The Puppet Master (1989-2012), decidió
llevarse a Gordon y al productor de
su primera película, Brian Yuzna, a
Italia para que realizasen allí su siguiente trabajo. El proyecto que iban a
grabar era From Beyond (1986) siguiendo
un poco la estela de Re-animator, pero
Band se sacó de la manga el guion de Dolls y, aunque ésta se grabó con
anterioridad, salió al mercado un año después debido a lo mucho que se demoró
la postproducción.
Para que os hagáis una idea ésta no es una película de muñecos
asesinos como las que estamos acostumbrados a ver en las que el susodicho es
poseído por algún ser malvado y se pone a liarla parda como Chucky, Anabelle y compañía. Aquí
estamos frente a una especie de cuento de hadas siniestro con cierta
carga moral en el que todos los juguetes asesinan al más puro estilo de un Toy Story maligno. Además, aquí los muñecos
no han sido poseídos por nadie, pero ya os enterareis durante la película a qué
se debe su condición, que no os quiero adelantar acontecimientos. La verdad es que más que provocar terror
resulta gracioso ver a estos muñecos tan pequeños apuñalando y masacrando a los
huéspedes de la casa. Creo que sólo por esto y por lo bien que están hechos
merece la pena ver esta película.
La parte más complicada de esta producción, y por la cual os
comentaba antes que se retrasó un año su estreno, fue realizar los efectos
especiales necesarios para dar vida a estos juguetes. Se recurrió a la
animatrónica de bajo presupuesto y, en mayor medida, al Stop Motion, obra del
afamado David Allen . El proceso le
llevó 6 meses. Sí que tuvo que ser laborioso, ¿no?
Lo que más me gustó, junto con el diseño de los muñecos, fue
la localización en la vieja casona de los ancianos. Una casa muy tétrica,
fantasmagórica, llena de habitaciones y pasillos oscuros en los que cualquier
cosa puede suceder...
En cuanto a las actuaciones, me parecieron todas bastante
pésimas a excepción de los Hartwicke,
los ancianos que acogen a los viajeros en su peculiar casa. La pareja está
perfecta en su papel y la verdad es que daban bastante mal rollo, a pesar de
que en todo momento se muestran encantadores. En el extremo opuesto tenemos a la
niña interpretada por Carrie Lorraine
que, aparte de tener un papel de lo más memo, se ve como, en ocasiones, mira
insegura a alguien del equipo de grabación o esa es la sensación que me daba a
mí. Su padre, Ian Patrick Williams,
me pareció totalmente odioso y sobreactuado, sólo superado por la madrastra a
la que da vida Carolyn Purdy-Gordon,
mujer del director que, además de no entender por qué llevaba la mayor parte
del tiempo una especie de turbante en la cabeza, haría que la mismísima madrastra
de la Cenicienta os resultase un ser encantador. El rechazo por parte del
público a estos dos personajes es instantáneo y sus interpretaciones son exageradas
e histriónicas y no me gustaron nada. Las autoestopistas, que parecen una copia
barata de la Madonna de los 80, son absolutamente penosas y Ralph, el hombre que las rescata, interpretado
por Stephen Lee, es un personaje entrañable pero que tampoco me dijo mucho.
En Dolls el equilibrio entre el horror y la comedia
ligera está bien medido. Me pareció buenísima la escena en la que todos los
muñecos hacen un juicio a Ralph para
decidir si todavía hay en él un corazón de niño. Ver a todos esos juguetes
cuchicheando fue de lo más gracioso/absurdo que he visto en mucho tiempo. Se
grabaron escenas mucho más gore que las que aparecieron finalmente en la
película, como por ejemplo una en la que una de las muñecas le sacaba los
intestinos a unos de los huéspedes con un tenedor. Sin embargo, decidieron no incluirla para no
romper el tono de horror ligero que impera en la cinta y la verdad es que fue
una pena porque le habría dado un toque cañero a la producción que creo le
hubiese beneficiado.
Gordon tenía pensado
hacer una secuela en la que la niña recibía en su casa de Boston un paquete de
Inglaterra que contenía dos muñecos: el Sr y la Sra. Hartwicke. Finalmente la cosa no llego a ningún lado, aunque el director no descarta
que, con todos los remakes y reboots que hay últimamente, ésta se pueda llevar
a cabo en un futuro.
Para finalizar os diría que, a pesar de que Dolls no es ninguna maravilla, creo que
merece la pena su visionado aunque sólo sea para ver a estos muñecos asesinos
en acción mediante el Stop motion. Si os gustan como a mí
las películas de juguetes turbios, ésta es una de las imprescindibles, otras
como Anabelle (2014) y similares os
las podéis saltar, pero ésta no deberíais…