Hacía bastante tiempo que había visto Cabin Fever (2002) y, aunque tenía un
vago recuerdo de su argumento, sí que recordaba que me había gustado. La otra
noche me apetecía una buena película así que decidí revisionarla, y tengo que
deciros que me la gocé, pero bien gozada. Me encanta esta película y, aunque sé
que cuenta con muchos detractores, a mí me parece muy entretenida y con unas
escenas tan absurdas, que se han convertido en verdaderos iconos.
Un grupo de amigos deciden ir a pasar el fin de
semana a una cabaña perdida en medio de un bosque de la América profunda. Una
vez allí, uno de ellos cae enfermo por lo que parece ser un virus caníbal que
va comiéndose la piel. Esto provocará la histeria del grupo y les llevará a
enfrentarse, incluso unos a otros, por temor a ser contagiados.
La historia
no deja ser la típica en la que un grupo de jóvenes de ciudad se van al mundo
rural y todo acaba fatal (Terror rural).
Si a esto le sumamos que la película se desarrolla en una cabaña, es previsible
que habrá un baño de sangre, y de los buenos. La verdad es que si yo fuese a
Estados Unidos la última cosa que haría sería ir a una cabaña o a un camping,
después de haber visto cómo acaban las cosas en películas como: The Cabin in the Woods (2012), Evil Dead (1981),
Viernes 13 (1980), Escupiré sobre tu tumba (2010)… Sin embargo, lo novedoso
en Cabin Fever es que los
protagonistas no van a ser atacados por un psicópata cuchillo en mano, o por
unos lugareños a los que se ha ofendido de alguna manera, sino por una amenaza
invisible, un virus de origen desconocido que los irá devorando rápidamente.
Es la opera prima del guionista y director Eli Roth, que también tendrá un pequeño
papel en la cinta. Alcanzó un gran éxito con esta película, pero fue tras el
impacto que supusieron Hostel (2005)
y su secuela, cuando pasó a formar parte de ese grupo de jóvenes directores a
tener en cuenta en el nuevo cine de terror.
Estoy de acuerdo con aquellos que critican la película
por el uso abusivo de los clichés del cine
de género: jóvenes descerebrados, escenas de sexo puestas con calzador,
personajes planos, desnudos… Pero no me digáis que no disfrutáis viéndola. Las
escenas gore en las que vemos cómo los cuerpos de estos jóvenes se van
descomponiendo son brutales. Una de las más famosas e impactantes es aquella en
la que aparece una de las chicas depilándose en la bañera y literalmente se
arranca la piel, absolutamente espeluznante.
De las cosas que más me llamaron la atención fue comprobar
como los valores de amistad y solidaridad de estos chicos desaparecen al verse
en una situación crítica y aterradora. No dudarán en dar la espalda a sus
amigos, llegando incluso a matar a otras personas por temor al contagio. El
sentimiento de autoprotección y defensa frente a los posibles portadores del
virus es tal, que les llevará a comportarse de forma verdaderamente salvaje. Y
lo peor de todo es que creo que esto sería exactamente lo que pasaría si
ocurriese algo así en el mundo tan egoísta y egocéntrico en el que vivimos.
Los últimos veinte minutos de la película me parecen
una auténtica locura del director. Encontramos las escenas más cómicas y
absurdas de toda la cinta. Por ejemplo, cuando uno de los protagonistas golpea
con una guitarra a un chico, provocando que éste se trague la armónica que
estaba tocando y que el instrumento siga sonando en sus intentos por respirar. Me partí de la risa con la
escena porque no me podía creer lo que estaba viendo. Aunque para escena rara,
rara, y que se ha convertido en todo un icono de esta película, la
protagonizada por Dennis, el niño
rubio que permanece sentado en un banco fuera de la tienda de comida. Cuando
hacia el final de la película, llega uno
de los chicos totalmente ensangrentado, el niño se pone a dar patadas voladoras
de karate al más puro estilo Matrix
(1999), al tiempo que grita “pancakes”. Según he leído, está escena se incluyó
a posteriori en el guión cuando en el casting Eli Roth quedó totalmente estupefacto con sus habilidades.
Y no es que de Cabin
Fever me guste todo, absolutamente todo,
porque el policía jovencito, me parece más un fiestero extremadamente
gracioso, que un auténtico agente de la ley. Es un personaje demasiado
exagerado y que no resulta nada creíble. Pero independientemente de esto, me
parece una película muy entretenida y disfrutable. Además deja un montón de
incógnitas en el aire sobre las que seguiremos pensando una vez finalizada la
cinta: ¿de dónde venía el chico que aparece de lo profundo del bosque con una
bolsa de marihuana? ¿por qué el perro es tan agresivo? o ¿qué hay en el
cofrecito que lleva uno de los lugareños para enfrentarse
a los chicos en la cabaña?. Como veis nada muy profundo pero tiene su aquél…
Espero
que Cabin Fever os guste tanto como
a mí. Estoy deseando ver las dos secuelas que existen hasta la fecha y espero
que no me defrauden.