miércoles, 14 de febrero de 2018
MY BLOODY VALENTINE (1981)
¡¡¡Feliz San Valentin horror lovers!!! Que nosotros también lo celebramos aunque sea de una manera más sangrienta, jejeje. Este Women in Horror Month está sufriendo muchas interrupciones, pero es que menudo mesecito llevamos con estrenos inesperados y celebraciones varias. No obstante, estoy echando horas extras en el blog para que estos incisos no repercutan en el número de películas que tenía pensado dedicar a esta causa y ya os aviso que durante todo el año os iré trayendo películas de terror dirigidas por mujeres porque quiero darles la importancia que se merecen y rescatarlas del olvido.
Ya se que os he traído la película más típica para celebrar un san Valentín sangriento, pero es que me había dado cuenta que no la había reseñado y considero que es un slasher ochentero infravalorado que bien merece un análisis a fondo. Hasta Tarantino la eligió como uno de sus slasher favoritos, aunque esto no es decir mucho porque este hombre tiene una lista interminable de pelicular favoritas, jejeje.
Según cuenta la leyenda, en 1961 hubo un accidente en una mina canadiense durante la noche de San Valentin y varios mineros murieron. Sólo uno sobrevivió, Harry Warden y tras recuperarse en una institución mental, volvió al pueblo por el aniversario de la tragedia y mató a los responsables. Veinte años después, el alcalde de la localidad decide volver a celebrar un baile en la noche de los enamorados, desoyendo la advertencias de Warden y los cadáveres empiezan a apilarse.
La película surgió en plena fiebre ochentera por los slashers y continuó con la moda de situar la trama en una fecha señalada como ya lo habían hecho antes Black Chritmas (1974), Halloween (1979) o Friday the 13th (1980). Según su director George Mihalka, el proceso de grabación fue bastante acelerado precisamente porque la película debía estrenarse alrededor del 14 de Febrero y en Julio del año anterior, todavía no tenían el guion preparado. El título de la cinta se mantuvo en secreto para evitar que alguien les robara la idea, ya que por aquella época que tu slasher tuviera exclusividad sobre una fecha o fiesta popular debía ser oro puro, así que durante todo el periodo de rodaje y post-producción, el equipo y los actores conocieron a la película como The Secret.
Pero el principal problema al que se enfrentó My Bloody Valentine fue la MPAA (Asociación Cinematográfica de los Estados Unidos) que según se rumorea, le recortó 9 minutos de metraje. La versión extendida vio la luz en 2009, dónde se incluyen parte de esos minutos censurados y es bastante evidente porque en las escenas de asesinatos vemos como cambia la luz y la calidad de la imagen es peor. Con esto se pierde el efecto sorpresa, pero se le perdona porque muchos de las muertes son increíblemente imaginativas e impactantes como la de la lavandería y la ducha. Sin embargo, creo que esta película funcionaría igualmente bien sin las escenas más sangrientas y gore porque a diferencia de otros slashers de la época, la trama es suficientemente sólida como para sustentarse por si misma.
My Bloody Valentine arranca con una escena de película erótica barata en la que una mujer y un minero que no se quita su máscara de gas, van a practicar sexo en la mina, pero cuando el minero ve el corazón que su amante tiene tatuado en el pecho, su cerebro hace chispazo y la atraviesa con el pico. La relación que guarda esta escena con el resto de la trama, no queda muy clara porque rápidamente nos situamos en el pueblo imaginario de Valentine Bluffs dónde todo el mundo parece estar volcado con los preparativos del baile de los enamorados, 20 después de la tragedia. El hijo del alcalde, T.J. ha vuelto al pueblo, después de haber fracasado en sus planes y claro, su novia de toda la vida, Sarah, ahora está con Axel. Además, como el único empleo disponible que hay en este pueblo para chicos jóvenes parece ser la mina, estos dos gallitos coincidirán en el trabajo, generando una ambiento de tensión y mal rollo a su paso, mientras que la bella y cándida Sarah se encontrará entre dos mares y no sabrá que hacer con su vida. Pues bien, aunque esta trío amoroso es muy interesante, sus peripecias se van a ver interrumpidas por el supuesto regreso de Harry Warden con sus cajas de bombones sangrientas y sus asesinatos de lo más creativos.
Otro de los aspectos que destacan en este slasher es su ambientación en un mina lúgubre y claustrofóbica, pero es que realmente se grabó en una mina real abandonada. Esto contribuyó a hacer todavía más difíciles las condiciones de grabación, ya que las escenas que tenían lugar en la mina (un tercer acto excesivamente alargado), requerían que todo el equipo utilizase un ascensor que sólo podía transportar 25 personas por trayecto, lo que suponía una hora en tener a todo el mundo preparado para grabar en el fondo de la mina.
Me parece muy triste que se recuerde a esta película como el slasher del minero perturbado que asesina a gente en la noche de San Valentin, porque a mi parecer, es mucho más que eso. La historia es suficientemente interesante como para que nos cautive sin escenas sangrientas, pero es que los asesinatos de esta película están muy bien conseguidos y son bastante originales. Además, el nivel de suspense también está bien equilibrado porque en escenas como la de la lavandería, dónde la ropa de los mineros se empieza descolgar sobre la chica, produce bastante tensión. También, hacia el final de la película, cuando el asesino se se acerca a nuestros protagonistas y va rompiendo las luces de uno de los túneles, genera gran desasosiego sin derramar una gota de sangre. Es por eso que creo que esta película funciona bastante bien a diferentes niveles y oye, aquí todas las víctimas no son adolescentes que eso queráis o no, es bastante novedoso para la época.
Pues bien, sólo me queda deciros que paséis una buena noche de San Valentin y que si es con el visionado de este clásico pues todavía mejor. Creo que merece la pena recuperar esta pequeña joyita de cine de terror que a mi parecer, ha sido injustamente infravalorada.