Es extraño que todavía no haya hecho ninguna reseña
de una película perteneciente a uno de los subgéneros que más me gustan del
cine de terror: las posesiones diabólicas. Sí, ya sé que tengo muchos
subgéneros preferidos, jejeje, pero creo que los tops serían: slashers, animales asesinos, posesiones demoniacas
y hombres lobo.
El cine de exorcismos y posesiones ha sido muy
prolífico desde el gran triunfo de The Exorcist (1973). La mayoría suelen retratar a niños, niñas o adolescentes
que son poseídos por diversos demonios o por el mismísimo Satanás, aunque
existen excepciones como: The Possession
of Michael King (2014), en la que el poseído es un hombre adulto, o The Taking of Deborah Logan (2014),
donde el Mal ataca a una mujer de avanzada edad, víctima del Alzheimer. Pero,
sin duda, lo que más me gusta de este tipo de producciones es la transformación
que sufre la víctima, que suele ser retratada, en un primer momento, como un
ser adorable, bueno e incluso temeroso de Dios.
Está escrita y dirigida por Scott Derrickson, al que seguramente conoceréis por Sinister (2012) y Deliver us from evil (2014). Todas sus películas tienen importantes connotaciones religiosas
y aquí están muy presentes. Derrickson
afirma que el terror es el mejor género para los cristianos ya que trata temas
sobrenaturales y ayuda a reforzar la idea de que el Mal existe y, por consiguiente,
el Bien también. De hecho, la productora realizó una campaña especial para que
la película contase con el beneplácito del público cristiano, de gran influencia
en EEUU.
Emily Rose es una adolescente que sale de su pueblo natal para
estudiar en la universidad. Una vez allí, la joven empieza a experimentar
alucinaciones y sucesos paranormales cada vez más intensos y violentos por lo
que, aterrorizada, decide pedir ayuda al padre Moore para que le practique un exorcismo. Como consecuencia de esta
práctica Emily fallece y el padre Moore es acusado de homicidio. Erin Bruner es la reputada abogada que
se hará cargo del caso y la que experimentará cómo su ateísmo inicial se tambalea
a medida que investiga los extraños sucesos que rodearon la muerte de Emily y que pueden estar acechándola a
ella durante el juicio.
Para los que no lo sepáis, como yo antes de empezar
esta crítica, esta producción está basada en hechos reales. Todo sucedió en
1952 en Alemania, cuando la joven Anneliese Michel, católica devota, fue sometida a un exorcismo y
murió deshidratada y malnutrida, víctima de las tensiones que sufrió durante
los rituales que se prologaron durante un año. La investigación del caso y el
juicio posterior atrajeron la atención de la opinión pública. Se han hecho dos
películas basadas en esta historia: la que nos ocupa, que lo hace desde un
punto de vista más religioso y creyente, y la alemana: Réquiem (2006), que hace una aproximación
más científica y analítica.
Estrictamente hablando, The Exorcism of Emily Rose (2005) no es literalmente una película
de terror, es más bien un thriller judicial que trata un tema controvertido:
discernir si las causas que llevaron a la muerte de Emily fueron producto de un cuadro esquizofrénico y psicótico
indebidamente tratado, o de una posesión diabólica. Con todo esto lo que la
película pretende es que los espectadores reflexionen y que acepten cualquiera
de las dos opciones como plausibles, ya que la cinta no llegará a ninguna
conclusión. Por eso no nos resultará raro que la abogada encargada de defender
al padre Moore, de ideas racionalistas, adopte la postura de la posesión para
su defensa, mientras que los representantes de la Iglesia, encargados de la
acusación, usan la explicación científica y médica para lo sucedido a Emily.
La cinta se centra en todo el proceso judicial
contra el padre Moore, y las únicas
imágenes que tenemos sobre la ya fallecida Emily
y su “posesión” son a través de los flashbacks de los testigos. Sin duda, lo
mejor de la película es ver como Jennifer
Carpenter, que interpreta a Emily,
se contorsiona en posturas imposibles, y se va transformando en un ser
demoniaco, que la verdad es que impresiona bastante. Me encanta la escena en la
que Emily está totalmente contorsionada en el suelo de su habitación. Para esta
secuencia contaban con una muñeca que reproducía perfectamente a Carpenter, pero no la usaron ya que se
dieron cuenta de que la actriz tenía una flexibilidad fuera de lo normal (doble articulación) y podía
adoptar una postura mucho más perturbadora que la del maniquí. Tuvo que ser bastante impactante verla en plena acción,
¿no os parece?
Junto a Jennifer
Carpenter, también actúa Tom
Wilkinson como el padre Moore, y Laura Linney, como la abogada fría y
profesional que ve como todo su mundo se tambalea con este caso. Ambos están
muy convincentes y correctos en sus papeles aunque, a mi parecer, son
eclipsados por la rotunda actuación de Carpenter. Puede que a muchos les
parezca exagerada, y yo no lo niego, pero para mí es lo mejor de toda la película.
Me
encanta The Exorcism of Emily Rose,
pero entiendo que puede ser una cinta que no gustará a todo el mundo. Aunque
sea fundamentalmente un proceso judicial,
es una historia muy bien contada
y que consigue crear una atmósfera tenebrosa y muy inquietante. Además, al
descubrir que está basada en hechos reales, aunque estén adaptados a otra época
y a la sociedad americana, se te ponen los pelos de punta con sólo imaginarlo.
Y como yo digo siempre: la realidad es mucho más aterradora que la ficción, y
si no ya lo comprobaréis con otra película que me he
enterado hace poco que también estaba basada en una historia real. Os dejo con
el suspense, jejejeje.