BAD DREAMS (1988)
Hace unas semanas hice una maratón de cine en casa porque había descubierto una lista de películas de terror infravaloradas y como no hay cosa que más me guste en esta vida que descubrir joyas ocultas, pues ahí que me lancé yo cuesta abajo y sin frenos a devorarla. Los que me sigáis por la rrss ya lo sabréis, pero la maratón fue un rotundo fracaso, salvo por un par de títulos y lo que verdaderamente descubrí fueron truños o cintas insustanciales que no durarán mucho tiempo en mi memoria. Aquí os traigo una de ellas porque no quiero alargar mucho mi calvario, ni tampoco el vuestro, que aquí no venimos a penar, jejeje.
Bad Dreams nos presenta a la única superviviente del suicidio masivo de una secta de los setenta, que despierta del coma, trece años después. Cynthia está internada en el ala psiquiátrica de un hospital y asiste a terapia con un grupo de pacientes que sufren tendencias suicidas. Los problemas se agravan cuando el líder de la secta, se le aparece y la exige que se una a él en la otra vida, pero cuando Cinthia le rechaza, Harris, empiece a manifestarse en los sueños de sus compañeros, provocando que estos se suiciden de mil maneras diferentes.
El director, Andrew Fleming, que al mismo tiempo participó en el guión, debutó en el cine con este largometraje y años después nos compensaría con una de las joyas del cine noventero, The Craft (1996). Hasta la fecha, no he sido una gran seguidora de Freddy Krueger y sus Pesadilla, pero según he leído, Bad Dreams aprovechó el éxito de esta saga, hasta el punto de hacer una versión muy similar a su tercera entrega: A Nightmare on Elm Street 3: Dream Warriors (1987). Ambas películas comparten la misma final girl, la guapísima Jennifer Rubin, se desarrollan en un psiquiátrico y tienen a un ser malvado con la piel quemada que se les aparece en sueños y pretende manipularles y hacerles daño durante su vigilia.
Pues si de original tiene poco nuestra Bad Dreams, ya os digo que en todo lo demás tampoco es que destaque. El elenco de pacientes que acompañan a Cinthia son bastante anodinos y olvidables, los suicidios provocados tampoco son nada sorprendentes: mucha gente saltando por las ventanas y clavándose cuchillos y utensilios punzantes. Los mejores efectos visuales son cuando Harris aparece transformado en algo parecido a un zombi de Fulci, pero poco más se puede rascar en este sentido.
En cuanto al resto del reparto, lo más destacable es la aparición de Bruce Abbot como médico de este grupo de terapia, que hacia el final sufre un brote psicótico bastante exagerado y termina dando más mal rollo que los propios internos. Por su parte, el siempre inquietante Richard Lynch, puede que no sea lo suficientemente seductor para ser el líder del una secta en el que sus seguidores le sigan hasta la muerte, pero el mal rollo que produce él y los episodios oníricos junto a la secta de Unity Filds, son sin duda lo mejor de la cinta.
En definitiva, Bad Dreams es una película totalmente prescindible, nacida al rebufo de Freddy Krueger y con la intención de arrastrar a sus fans a las salas de cine. El resultado no fue el esperado, ya que toda la trama es un tanto tediosa y la resolución final es atropellada y con poco fundamento. Como os he comentado antes, la única parte rescatable que le veo a esta película, es toda la historia de la secta y ese Richard Lynch pesadillesco. Por lo demás, una trama desaprovechada, un final desastroso y unos personajes que su única aportación es ser carne de cañón suicida.
THE EXORCIST II: THE HERETIC (1977)
No se dónde habría leído yo que esta secuela merecía la pena, pero nada más lejos de la realidad. Para mi The Exorcist (1973) es la mejor película de terror de todos los tiempos y estaba más que ilusionada de volver a ver una nueva transformación de Reagan torciendo la cabeza y vomitando, me llevé uno de los mayores fiascos de la historia con lo que para mí es toda una herejía de la original. La única cura posible tras este visionado, es volver a ver la original en bucle hasta que se me olvide este tostón new age e intentar recobrar las fuerzas necesarias para enfrentarme a la tercera parte que vuelve a estar dirigida por William Peter Blatty y eso me da alguna esperanza, aunque pequeña. Dicho esto, vamos a adentrarnos un poco más en materia para que comprendáis el horror que experimenté y no perdáis el tiempo innecesariamente, que para eso ya estoy yo, jajaja.
Han pasado cuatro años desde la posesión de Reagan y ésta está notablemente recuperada gracias al cuidado de su ahora tutora, la Dra. Gene Tuskin. Reagan no se acuerda de nada de lo acontecido en Washington y la psiquiatra utiliza un revolucionario método de hipnosis compartida, por el cuál es capaz de ver y experimentar los recuerdos de su paciente. Al mismo tiempo, el padre Lamont, recibe el encargo de investigar la muerta del padre Merrin y cuando visita a Reagan y descubre la posibilidad de conocer la identidad del demonio que la poseyó, no duda en someterse él mismo a la hipnosis para así descubrir la entidad del ser que mato al padre Merrin.
Hasta aquí, la premisa de la película es interesante y con una Linda Blair más crecidita, le daba una mayor credibilidad a la historia. El problema llega cuando todo esto se recubre con un aura new age de música de ascensor e imágenes oníricas que nada tienen que ver con la imagen terrorífica que tenemos de la original. ¿Puede haber algo más anticlimático que ver a un icono del cine terror bailando claqué en lo que se supone que es otra cinta de género? Si lo que queréis es volver a ver a Linda Blair maquillada de poseída y echando espumarajos por la boca, es mejor que lo intentéis con Repossessed (1990), la parodia del Exorcista porque aquí lo único que tenemos son unas lentillas de colores, una doble maquillada y superposiciones de la película original. En su lugar, tenemos un aparato al que se conectan nuestros protagonistas para llegar a una hipnosis conjunta en la que ver los pensamientos del otro, mientras unas luces muy brillantes y parpadeantes, les queman la retina, jajaja. Esta trama psicológica de baratillo resulta un tanto ridícula, a pesar de que sus intenciones eran la de mostrar que la ciencia y la fe unidas, pueden vencer al demonio.
Por su parte, al padre Lamont, interpretado por un Richard Burton muy tenso, al borde de la apoplejía (según cuentan las malas lenguas, estuvo la mayor parte del rodaje borracho), ha recibido el encargo de esclarecer la muerte del Padre Merrin, 4 años después de los sucesos, en lo que más bien parece una estratagema para mantenerle ocupado. Tras visitar a Reagan y ver los efectos de este aparato de hipnosis "tan fiable", se conecta como sin tal cosa, para salvar la vida de la Dra. Tuskin. ¿No había por ahí alguien más experimentado para hacer esto? No sé, la ayudante, por ejemplo. Pero para seguir sorprendiéndonos con sus habilidades de sacerdote intrépido, el Padre Lamont prevee que hay un incendio en la clínica y cuando lo encuentra, en sus intentos por sofocarlo, lo acaba extendiendo por todo el sótano. ¿En serio le han encargado a este hombre la investigación de un asesinato? Pero si el solito va a provocar la muerte de todo el reparto.
Pero si pensáis que todo esto era ya suficiente para echar por tierra vuestra ilusiones con The exorcist II, todavía os queda lo mejor: el viaje a África del Padre Lamont, para descubrir el origen de Pazuzu, el demonio que poseyó a Reagan y causó la muerte del Padre Merrin. Estas escenas medio oníricas se van superponiendo con las ensoñaciones y visiones de la exposeída de una forma bastante caótica, lo que termina haciendo tediosa una historia que no se sabe muy bien qué pretende y a quién se le ocurrió sacar esto adelante.
El director de esta desafortunada película es John Boorman, responsable de la gran Deliverance (1972), que ya empezó con mal pie, al aceptar hacer la secuela de una película que no le había gustado, pero también es cierto que la producción de la película fue un enorme caos, lleno de trabas y férreas directrices. El estreno The Exorcist II fue un rotundo fracaso, con personas riéndose en la sala y otras muy enfadas persiguiendo a los responsables tras es preestreno. Tampoco creo que la cinta sea para rasgarse las vestiduras, simplemente que no tiene nada que ver con la original y es caótica, farragosa y tremendamente aburrida. Parece que nadie le explicó a los responsables las normas que debe tener una secuela en el cine de género: más sangre, mas muertes y más terror. Sigo pensando que es un auténtico sacrilegio hacer cualquier secuela The Exorcist, pero si alguien tuviera que hacerla, yo crearía un tandem con Robert Eggers y Alexandre Aja, ¿qué os parece?