miércoles, 4 de septiembre de 2019

HOSTEL (2005)


Todos o casi todos ya hemos vuelto a la rutina, tras el merecido descanso estival y el blog no iba  ser menos. Abordo esta nueva temporada con más ganas que nunca y pretendo traeros muchas más críticas, especiales temáticos o por países, crónicas de festivales y descubriros esas pequeñas joyas que se ocultan entre las sombras.

Hacía tiempo que quería reseñar Hostel y es que hay muchas películas esenciales para el género de terror que por una u otra razón, no se habían asomado por el blog. Una de las razones más habituales es porque las había visto durante mi periodo vacacional que es cuando hago autenticas maratones cinéfilas y también aprovecho para descansar de mis funciones blogueras. Sin embargo, este verano lancé un reto en el que vería 10 secuelas de cine de terror no vistas, en 10 días y mi primera seleccionada fue Hostel 2 (2007). Aunque hacía unos años que había visto la primera parte, lo cierto es que no la recordaba muy bien y decidí aprovechar la ocasión para revisionarla y poder escribir la crítica sobre ella. 

Como todos sabréis ya, Hostel, fue el segundo largometraje y la obra que encumbraría a Eli Roth, como una de las nuevas promesas del cine de terror del s.XXI. Con su ópera prima, Cabin Fever (2002), la cinta sobre la bacteria come-carne que hacia estragos entre un grupo de amigos que pasaban un plácido fin de semana en una cabaña, despertó el interés de crítica y público, entre los que destacaba un tal Quentin Tarantino que no dudó en producir su siguiente trabajo.

Hostel nos presenta a tres mochileros que viajan por Europa y lo único que buscan es fiesta, drogas y sexo. Una noche conocen por casualidad a un chico en Amsterdam que les envía a un pequeño hostal cerca de Bratislava, dónde les promete que encontrarán mujeres bellísimas con las mismas ganas de sexo que ellos. Allí, nuestros hedonistas mochileros creerán haber descubierto el Olimpo de las diosas, pero están a punto de caer en una trampa en la que ellos se convertirán en el objeto de deseo de los miembros de un club muy exclusivo.

Durante la primera parte de la cinta, se lleva a cabo la presentación de estos tres mochileros: Oli, el islandés fiestero, conocido como el rey del Swing, Josh el más joven y el único con ciertas reticencias a este turismo sexual y nuestro protagonista, Paxton, cuyo carácter es una mezcla de los dos anteriores. Roth nos muestra a estos jóvenes como seres deplorables para los que las mujeres son simples trozos de carne de los que obtener placer durante unas cuantas horas y, por lo tanto, el espectador o yo como espectadora, no siento ni lo más mínimo todo lo que les va a suceder más tarde. En primer lugar, por ser tan neandertales y en segundo, por ser tan estúpidos y dejar que las expectativas de sexo fácil les nublen el juicio. ¿De verdad se pensaban que en Europa del Este es una práctica común en los hostales que tres hombres compartan habitación con dos bellezones ligeras de ropa? Eso sólo pasa el el cine porno, chicos.

En la presentación de personajes, también se van desvelando rasgos del escenario en el que la historia tendrá lugar, ya que tras el paradisíaco hostal, el pequeño pueblo de Eslovaquia se muestra como un lugar gris, decadente y con grupos de delincuentes juveniles por todos lados. Tras esto, damos paso a la acción y al gore en estado puro y es que si por algo es conocida Hostel es por su extrema violencia y las escenas de tortura explicitas: talones de Aquiles seccionados, ojos quemados con soplete, motosierras al más puro estilo de Leatherface, ... 




Según declaraciones del propio Eli Roth, que también firma el guión, la inspiración para esta historia la obtuvo buscando por internet las noticias más escabrosas y dio con una página web tailandesa en la que se le ofrecía a sus clientes la oportunidad de torturar y maltratar a  vagabundos que se habían ofrecido como voluntarios, siempre que sus familias fuesen económicamente recompensadas. Desconozco si esta página web es real o se usó como mero ardid para dar publicidad a la cinta, al estilo de los desmayos y vómitos en salas de cine. Lo cierto es que cuando se estrenó Hostel, yo no era ni de lejos tan aficionada al género como lo soy ahora y este tipo de noticias, junto con ese impactante póster en el que aparecía un hombre con un taladro en la boca, me alejó de la película durante años. Como ya os he confesado en más de una ocasión, el Torture Porn es de los pocos subgénero del cine género con los que no disfruto mucho porque al ser una persona excesivamente empática, lo paso bastante mal con las situaciones a las que someten a los personajes. Sin embargo, no tuve ese problema con Hostel, en gran medida gracias a sus odiosos protagonistas porque, al igual que en los Rape & Revenge, la violencia que se ejerce contra ellos es una especie de Ley del Talión salvaje, porque más que castigar al criminal dándole a probar su propia medicina, aquí la "condena" supera claramente a la ofensa. 

Como en la mayor parte de las películas de Roth, en Hostel no todo es sangre, gore y vísceras, si no que el tono cómico en algunas de sus escenas, nos alejan durante unos minutos del terror en estado puro. Teniendo en cuenta este aspecto, destacaría la escena en la que el cirujano con la motosierra se escurre con la sangre de los dedos cercenados de su víctima y al caerse, se sierra su propia pierna. Dentro del contexto terrorífico de la situación, no deja de ser cómica la torpeza del asesino que le otorga a la víctima una oportunidad de escape que nunca imagino tener.

Sin embargo, en un tono totalmente opuesto a éste, tenemos la frustrante escena de la estación que para mi es una de las más impactantes. ALERTA SPOILERS: La joven asiática está oyendo como el tren que la va a sacar del infierno está llegando a la estación, pero como no puede soportar su propio reflejo, se suicida lanzándose contra la que hubiese sido su vía de escape. No me digáis que no es absolutamente desolador.

Tras su estreno, Hostel recibió muchas críticas del gobierno eslovaco por la imagen que se les había dado en la cinta e incluso invitaron al director al país con todos los gastos pagados, para que comprobase con sus propios ojos que Eslovaquia no era un país decadente con decenas de delincuentes juveniles. Sin embargo, considero que la cinta de Roth es más ofensiva hacia los propios americanos que hacia los eslovacos. Nos muestra la ignorancia de los norteamericanos con respecto al mundo que les rodea y como caen en las típicas trampas para turistas una y otra vez. Además, uno de los clientes de tan deplorable club, con el que nuestro protagonista entabla una conversación es americano. Así que puede que el club este regentado por eslovacos, pero el nicho de mercado está en EEUU. Como dato curioso, os diré que otro de los clientes con el que Paxton tiene un encuentro fugaz es el mismísimo Takashi Miike.

No cabe duda de que Hostel se convirtió en una cinta de referencia y una de las pioneras de la corriente del Torture Porn en el cine de género que tanto éxito tuvo en la primera década de los 2000. Muchas de las imágenes de esta película permanecerán para siempre en el imaginario de los horror lovers y aunque aún me faltan por ver las dos últimas producciones de RothDeath Wish (2018) y The House with a Clock in its Walls (2018), no he vuelto a encontrar la misma fuerza y garra en el resto de su filmografía como la que había en sus dos primeros trabajos. No pierdo la esperanza de que Roth vuelva a los orígenes que le hicieron convertirse en una de las figuras esenciales del cine de género. Si Alexandre Aja lo ha conseguido con Crawl (2019), todo es posible.