martes, 23 de enero de 2018

LIFEFORCE (1985)


Las películas de terror espacial son mi debilidad, hay pocas cosas que me entusiasmen tanto como un grupo de personas encerradas en una nave que tienen que enfrentarse a un depredador o a una fuerza sobrenatural. ¿No os parecería una buena idea para revitalizar un reality show tan denostado con Gran Hermano? El grupo de personas aisladas y encerradas ya lo tenemos y sólo nos faltaría meter en la casa un alien o un parásito carnívoro para animar el cotarro, ¿qué os parece? Un éxito asegurado, jejeje.

Volviendo a este cine que combina perfectamente el terror y la ciencia ficción, la claustrofobia y la acción, a manos de Aliens, parásitos, monstruos, naves malditas y secuelas de sagas famosas que se trasladaron a escenarios interplanetarios como: Critter 4 (1992), Leprechaun 4 (1196) o Jason X (2001), llegaba el momento de enfrentarme a los vampiros espaciales de Lifeforce (1985). Tenía mis dudas sobre esta película porque pensaba que iba a ser un producto casposo y sexualizado tipo: Twins of evil (1971), pero nada más lejos de esa opinión. La verdad es que sí que tenemos a una bellísima humanoide paseando su palmito desnudo por la película pero esta cinta me supuso un gran disfrute gracias, en gran medida, a esos maravillosos efectos especiales y animatronics y a una trama de lo más descabellada pero altamente entretenida, a pesar de sus dos horas de duración.  

La nave espacial Churchill, que estudia el cometa Halley, ha detectado una enorme nave estraterrestre en la cola de éste y, una vez dentro, descubren los cuerpos de tres humanoides en una especie de ataúdes de cristal. La expedición del Churchill decide llevarlos a su nave, sin saber que esto provocará el fin de su tripulación y, posiblemente, el de toda la población de Londres...

Lifeforce fue una de esas películas creadas bajo el sello de la Cannon, aquella mítica productora de los 80 capitaneada por los israelís Menahem Golam y Yoram Globus (claros antecedentes de los Weinstein) que se caracterizaba por las películas de acción de serie B, con guiones practicamente inesitentes y creadas a destajo para conseguir dinero rápido. A esta productora, recordada por sus películas de Chuck Norris y Charles Bronson, pertenecen  títulos como: Desaparecido en combate (1984), El guerrero Americano (1985) o Cobra, el brazo fuerte de la ley (1986). Os dejo aquí el avance del documental Electric Boogaloo: La Loca Historia de la Cannon Films (1984) en el que se hace un repaso a la trayectoria de esta emblemática productora, a algunos de sus títulos más conocidos y las estrategias de marketing que utilizaron para conseguir el éxito hasta su precipitado ocaso. 

Golam y Globus invirtieron 45 millones en la adaptacion de la novela de Colin Wilson, The Space Vampires y contrataron a Dan o'Bannon y Don Jakoby para que la adaptaran. Para la dirección querían contar con alguien de igual renombre y se decantaron por Tobe Hopper, que tras los éxitos de The Texas Chainsaw Massacre (1974) y Poltergeist (1982) era uno de lo cineastas más relevantes del cine de terror de los 80. La Cannon firmó con él un contrato de tres películas que incluyó: Lifeforce (1985), Invaders from Mars (1986) y The Texas Chainsaw Massacre 2 (1986), a la que muchos tachan de una parodia de muy mal gusto. Con este gran equipo de profesionales, los ambiciosos productores israelís, pensaron que tenían entre sus manos, la película que haría disfrutar a los jóvenes del verano del 85, pero no consiguó el éxito esperado.




Adentrandonos ya en materia, ya os adelanto que estamos ante una película muy loca que auna la acción, el terror y la cienca ficción con una estética muy British, unos diálogos de lo más rocambolescos y un maquillaje y efectos especiales alucinantes. Por un lado, tenemos una trama de ciencia ficción, con unos astronautas (graciosísimo el modo en el que se desplazan) que descubren una nave extraterrestre llena de una especie de murciélagos gigantes disecados y los tres ataúdes de cristal dónde encuentran a unos humanoides de muy buen ver, totalmente criogenizados. Una vez en la Tierra, concretamente en territorio británico, estos seres vuelven a la vida y resultan ser unos vampiros estraterrestres que se diferencian de los tradicionales chupasangres en que éstos lo que absorben es la fuerza vital de las personas, dejándolos como aunténticas uvas pasas. Una vez en este estado, vuelven a la vida en forma de zombis que necesitan de la fuerza vital de otros individuos para sobrevivir y no convertirse en polvo. Así que, en definitiva, lo que tenemos es una unión de los conceptos de vampirismo y zombificación, que va a contar hasta con su propia invasión zombi por las calles de Londres.  

Pero por si a esta mezcolanza de géneros le quedaba algo, también tenemos una historia de amor, entre el protagonista, el coronel Tom Carlsen, que acaba totalmente prendado de nuestra atractiva extraterrestre y lo arriesgará todo por estar junto a ella. 

En cuanto al reparto, la presencia casi divina de Mathilda May lo eclipsa todo. Su cuerpo desnudo y su belleza natural roban cada minuto que aparece en pantalla. El resto del reparto formado por actores británicos no muy conocidos como: Steve Railsback, Peter Firth o un jovencísimo Patrick Stewart, consiguen hacer verosímiles unos diálogos que, en muchas ocasiones, son de lo más absurdos.

El maquillaje y los efectos especiales obra de John Dykstra, que también trabajo en Star Wars (1977), siguen sorprendiendo hoy en día. Esas tranformaciones de los humanos en momias resecas, esos rayos de luz tan ochenteros y esos murciélagos gigantes a modo de gárgolas, rezuman esa magia característica de los efectos tradicionales y que a los nostálgicos de este arte, siempre nos maravillan. 

En definitiva, Lifeforce es una película muy entretenica y disfrutable, a pesar de no ser un gran producto. Hay determinados detalles que no se explican, como la fuerte conexión que existe entre la humanoide y el coronel Carlsen que apunta que "separarse de ella, es lo más dificil que ha hecho nunca, aunque ha matado a todos sus colegas". Pero, a pesar de estos errores y de algún que otro problema de continuidad en la trama, esta película tiene magia propia y consiguió cautivarme de principio a fin. Sin duda, fue mi película favorita de aquella maratón que hice por el mes de diciembre. Todo un descubrimiento que me encantó conocer y que todavía tengo muy vívido en la memoria.