¿No os pasa a vosotros a veces que hay películas de
culto o muy conocidas que, por circunstancias de la vida, nunca encontráis el
momento de ver? Pues eso es lo que me pasaba a mí con Sleepway Camp (1983), que no la había visto y para una
amante del cine de terror, y especialmente de los slashers como yo, esto era un pecado. Le puse solución hace bien
poco, cuando tuve que verla para hacer un especial sobre campamentos en el
podcast de mi amigo Salva Valero, Noches de Miedo.
Lo primero que tengo que decir es: ¡Uoooooh! ¿Cómo
podía no haber visto este slasher? No
creo que hayáis visto una película como ésta. Vamos a ver, aunque en un
principio puede parecer la típica película de asesinatos ambientada en un campamento
de verano, toda la cinta tiene una atmosfera muy rara y unas connotaciones
sexuales de lo más extrañas. Y mejor no hablemos de ese final, que si no lo
conocéis, os dejará con la boca abierta y se quedará grabado a fuego en vuestra
memoria.
Ocho años después de que su padre y su hermano
perdieran la vida en un trágico accidente en un lago, Angela se dispone a pasar el verano junto a su primo Ricky en el campamento Arawak. Nuestra protagonista, todavía
traumatizada y prácticamente catatónica, se convertirá en el blanco de las
burlas y pesadas bromas de sus
compañeros. Su primo no dudará en defenderla de estos ataques y enfrentarse a
todo el mundo que ose meterse con Angela.
Al poco tiempo, los campistas empezarán a ser asesinados uno a uno, con lo que
el terror llegará hasta ese apacible lugar.
Su peculiar guionista y director es Robert Hiltzik, que
dedicó la película a su madre, dedicatoria rara que alcanzará su punto álgido
con el desenlace final, jajaja. Hiltzik
sólo dirigió esta película y una secuela casi 25 años después, Return to Sleepway Camp (2007),
que fue directamente lanzada al mercado doméstico. ¿Y dónde diréis que se
inspiró nuestro amigo para escribir esta historia? Efectivamente, en un
campamento de verano de su infancia, donde le sorprendió la poca supervisión
que tenían los menores y cómo éstos corrían como posesos por el lugar. Esto
último aparece reflejado en el comienzo de la película cuando riadas de niños
salen de los autobuses corriendo como locos hacia el campamento, como si fuesen
mini Usain Bolts en plena
competición.
Aunque, aparentemente, Sleepway Camp parece una de
tantas copias que se hicieron en la época de Viernes 13 (1980), es mucho más que eso. Coincide con la película
de Sean S. Cunningham en su
localización en un campamento, con un asesino que va matando poco a poco a los
campistas y del que desconocemos su identidad,… pero se diferencia en que la
mayoría de los protagonistas de la película son verdaderamente niños o
preadolescentes, lo que no impide que exista una carga sexual bastante
perturbadora durante toda la cinta. Aquí los que más carne enseñan son los
chicos con sus shorts y sus camisetas ombligueras, como ese monitor que parece
sacado de un concurso de culturismo.
Pero sin duda, lo que más me
llamó la atención es esa sexualidad tan perturbadora y extraña que actúa como
telón de fondo, como os comentaba antes. Me quedé alucinada con esa escena en
la que el equipo de cocina del campamento está viendo la llegada de los niños
que corren compulsivamente, y el jefe de cocina los mira con lascivia y hace
comentarios sexuales .Yo miraba la pantalla con ojos como platos y pensaba
¡pero si son sólo niños! Me pareció una escena de lo más rara y dudo bastante
que, en el tantas veces puritano cine americano actual, se mostrase algo así de
manera tan explícita.
En cuanto a las actuaciones
destaca una genial Felissa Rose en su
interpretación de la traumatizada Angela.
Esas escenas en las que aparece catatónica, mirando fijamente a la persona
que le esta hablando, sin pestañear, ni pronunciar una palabra, se han
convertido ya en míticas en el cine de terror. Me hizo mucho gracia también la
actuación de Jonathan Tiersten como
ese primo sobreprotector que defenderá a su prima de todos los que se meten con
ella, insultándoles y diciéndoles auténticas barbaridades. Yo pensé que en
algún momento le iba a dar una ataque de lo rojo y colérico que
se ponía, jajajaja.
La cinta no se recrea
especialmente en los asesinatos, no hay mucha sangre. Incluso en uno de ellos
no se ve nada, sólo se insinúa por medio de sombras y el arma utilizada: un
rizador de pelo, de lo más original, ¿verdad? A pesar de ser una película de
bajo presupuesto, el maquillaje y los efectos especiales están muy conseguidos.
El guión tiene muchos fallos y es
difícil tomárselo en serio, pero solamente por ese giro que da toda la historia
al final, merece la pena verla. Cuesta entender cómo, a pesar de que los
asesinatos se van sucediendo, la vida en el campamento sigue igual. Incluso bromean
con ello cuando al tercer asesinato o así, muchos de los padres se han llevado
a sus hijos y uno de los monitores apunta que ahora no va a haber gente
suficiente para jugar un partido de beisbol. Algo de suma importancia en ese
momento, se ve. Y digo yo, los padres de los niños que se quedan ¿en qué
estaban pensado dejándoles en un sitio donde no paran de asesinar a gente?
Sin duda, recomiendo
encarecidamente Sleepway Camp a todos aquellos que no la hayáis
visto porque por algo se ha convertido en una película de culto que cuenta con muchos
seguidores. Por si os quedáis con ganas de saber más, os dejo el enlace a una de
las páginas más importantes sobre la saga. Aquí podréis encontrar desde entrevistas
a los actores, hasta mapas del campamento y noticias sobre los lanzamientos en
DVD. De verdad, pasaros por la página porque no tiene desperdicio.