sábado, 19 de diciembre de 2015

THE HOUSE ON SORORITY ROW (1983)

 
Regreso de nuevo con ese subgénero que tanto me gusta y que últimamente tenía un pelín abandonado: los slashers ochenteros. Últimamente he estado revisando varios que son de obligada visión para una enamorada del tema como yo, pero es que hay tantas y tantas películas de terror, que no hay horas, ni días en el año para que yo pueda ver todo lo que me gustaría. Los que me seguís en twitter sabréis que, últimamente, he empezado a saldar mi deuda con los clásicos de culto que todavía no había visto como: La mosca (1986) o Hellraiser (1987). Sé que es para matarme por no haberlas visto antes, pero ya os contaré, en otro momento, los prejuicios absurdos que tenía con estas dos cintas y sabréis el por qué del retraso, jejeje.
 
The House on Sorority Row (1983) es uno de esos típicos slashers ochenteros que se me viene a la cabeza cuando hablo sobre este subgénero, pero que no es muy conocido fuera de los círculos de los amantes del cine de terror. No es tan gore como The Burning (1981) o tan sorprendente como CampamentoSangriento (1983), pero sin duda tiene algo que la hace ser superior a la media. Puede que sólo sea recordada por la musicalidad de su título: … Sorority… no me digáis que no es sugerente, jajaja. Precisamente, lo contrario de lo que ocurre en la versión española donde se la llamó Siete mujeres atrapadas, titulo soso donde los haya y para nada atrayente. Sin duda, otra cagada de nuestro Sr. de los títulos.
Vamos con el argumento que me enrollo como siempre: Siete chicas de la hermandad Pi Zheta quieren celebrar una fiesta por su graduación, a pesar de que cuentan con la negativa de su tutora y dueña de la casa, la Sra. Slater. Las jóvenes deciden hacerle caso omiso y seguir adelante con los preparativos de la fiesta, mientras una de ellas planea gastarle una inocentada que no olvidará mientras viva. Y así es, porque la Sra. Slater muere como consecuencia de esta broma y las chicas implicadas serán perseguidas por un ser desconocido.
La película fue escrita y dirigida por Mark Rossman que, después de sus inicios en el cine de terror y la ciencia ficción, ha consagrado su carrera a la dirección de películas y series de televisión para niños y adolescentes ñoños. Para que entendáis mejor a que me refiero, basta deciros que una de sus musas es Hilary Duff y entre sus películas tenemos títulos tan impactantes como Una cenicienta moderna (2004) o El hombre perfecto (2005). Vamos, que ni loca me vais a encontrar viendo nada más de este director, pufff.
The House on Sorority Row no es un gran slasher, pero la verdad es que me gusta y creo que es bastante entretenido. Puede que sea por su puesta en escena en la residencia de una hermandad universitaria, que eso siempre resulta atractivo, o que  la chica mala de turno resulta bastante carismática y odiosa, como tiene que ser, jejeje. Además, la intriga que produce en el espectador el hecho de desconocer la identidad del asesino y preguntarse en más de una ocasión si la Sra. Slater está realmente muerta, le da a la película un carácter de thriller bastante interesante. Y, ¿qué me decís del arma elegida? ¿Dónde se ha visto un asesino que use como arma homicida un bastón de anciana? Me pareció buenísimo, jajaja.
 
En la película las protagonistas son estas siete chicas de la hermandad y los hombres, a excepción del médico, son meramente accesorios. El grupo de adolescentes es bastante heterogéneo, tanto que yo a veces me preguntaba cómo era posible que estas chicas fuesen amigas. En primer lugar, tenemos a la chica mala que os comentaba antes, Vicky, interpretada por Eileen Davison y que por esta época era bastante conocida debido a su participación en varias telenovelas de éxito de la época. Me pareció la perfecta líder del grupo, manipuladora y conspiradora, a la que todas siguen sin rechistar. En el lado opuesto está Kathry (Kate McNeil), la chica buena y responsable que no se deja influenciar totalmente por Vicky y que intenta que el resto del grupo entre en razón. Después está Morgan (Jodi Draigie), que se viste como una autentica buscona, pero es con la que mejor me lo pasé. Y no hay que olvidar a Jeanie (Robin Meloy) que parece una niña de prescolar con sus coletas, pero es la que tiene la muerte más brutal de la cinta.
Algo que, a mí parecer, aporta mucha frescura al argumento de The House on Sorority Row es que el asesinato y su posterior venganza son consecutivos. Normalmente estamos acostumbrados a que un crimen tenga su venganza 20 años después simplemente porque un hecho del presente reaviva la rabia del agraviado, convirtiéndolo en un homicida como pasa en: Prom Night (1980), Viernes 13 (1980), The Prowler (1981), My Bloody Valentine (1981), etc. Con este tipo de películas yo siempre me pregunto una cosa: si estas personas que de adultos se han convertido en asesinos habían sufrido el trauma que genera dicho instinto criminal durante su infancia, ¿cómo es posible que nadie notase nada raro durante su niñez o adolescencia? Sólo Rob Zombie nos explicó lo que le sucedió a Michael Myers durante este lapso de tiempo en Halloween (2007), el resto permanecen como Bellas durmientes hasta que a los 15 o 20 años algo despierta su ganas de matar…
La cinta contaba con dos finales alternativos, uno en el que se mostraba a Kathry en sillas de ruedas en un hospital y donde lo impactante era ver quién empujaba su silla y no os digo más, jejeje. En el otro, la policía encuentra el cadáver de Kathry en la piscina vestida con un disfraz de payaso, dándonos a entender que ella era la asesina, muy al estilo de Happy Bithday to me (1981). ¿Con que final os hubieseis quedado? Yo creo que con el primero porque el otro me resulta demasiado forzado.
La escena más bizarra se encuentra hacia el final de la película, cuando el médico inyecta un tranquilizante a Kathry y ésta empieza a tener alucinaciones con sus amigas muertas, la Sra. Slater y el bastón, que parece haber cobrado vida y se mueve sólo. Una escena muy rara, pero estupenda.
The House on Sorority Row también tiene algún que otro aspecto negativo como por ejemplo la falta de gore y de unos asesinatos originales. No hay apenas sangre y las muertes no son nada del otro mundo, a excepción de una, pero claro, no todo el mundo puede contar con un Tom Savini como técnico de efectos especiales, ¿no? El final es también un poco dudoso y nos deja con varios interrogantes, pero a pesar de esto es un slasher muy entretenido y, en ciertos aspectos, diferente: aquí las asesinadas son las chicas implicadas en el asesinato de la Sra. Slater y no personas que no tenían nada que ver con el crimen, pero que 20 años después se toparon con el asesino cuando este decide convertirse en un monstruo. Seguramente no se convertirá en vuestro slasher favorito pero, sin duda, cumple su función: entretener, algo que en ocasiones es difícil de conseguir, ¿no os parece?