Tenía
muchas ganas de ver Feast (2005) desde que haya por el 2014 leí lo bien que hablaban
de ella en el blog de Almas Oscuras, uno de mis favoritos. Confío mucho en el
criterio de este blog porque hasta ahora no me ha decepcionado con ninguna de
sus recomendaciones y ésta no iba a ser la primera ocasión.
Un
grupo de personas se ven atrapadas en un bar en medio del desierto de Nevada,
cuando son asaltadas por una horda de extrañas criaturas que quieren devorarlos
a todos.
La
creación de esta película es un tanto curiosa ya que fue consecuencia del premio
que ganaron sus guionistas, Marcus Dunstan y Patrick Melton y su director, John
Gulager, en un concurso producido por Ben Affleck y Matt Damon. Este programa,
llamado Greenlight, brindaba la oportunidad a guionista y directores noveles de
llevar a cabo su primer largometraje y, en la tercera de sus cuatro temporadas,
Dunstan, Melton y Gulager consiguieron sorprender a todos con esta Monster
movie de serie B.
Feast
no tiene un argumento original, pero consigue presentar una situación mil veces
vista en el cine de terror, de una manera atractiva, divertida y con un ritmo
trepidante que no deja un minuto para el descanso. Uno de los principales
puntos fuertes con los que cuenta esta cinta es el grupo de personas tan
heterogéneo que ha quedado atrapado en el bar. Tenemos desde el héroe inesperado,
hasta el típico paleto/machito, pasando por la rubia delicada, el chico en
silla de ruedas, una octogenaria paradigma de la calma y un largo etcétera de
personajes que se convertirán en carnaza para estos sanguinarios monstruos. Además,
ya os aviso que en este enfrentamiento nadie está a salvo y puede pasar
cualquier cosa… Un acierto increíble porque el hecho de que todo sea imprevisible, contribuye a que podamos disfrutar de la experiencia con más intensidad.
La
película comienza con la presentación de los personajes en formato de videojuego.
Mi primera reacción fue pensar qué estaba frente a una cinta con esos toques
experimentales que tanto me sacan de la historia, pero para nada, las descripciones
de los protagonistas y sus motes son buenísimos y te van encaminando hacia su
devenir durante la trama. Las conversaciones y las situaciones en las que se ven
envueltos, entre estas cuatro paredes, destilan un humor negro, negrísimo que encaja
a la perfección con la acción y los litros de sangre que inundan la
pantalla. De hecho, es gracioso ver cómo cada vez que sale un chorro de sangre
a borbotones, siempre lleva la dirección de la misma persona, que acaba tan empapada, que me recordó cuando Sarah sale totalmente llena de sangre en The Descent (2005), jajaja.
La
historia comienza al instante, sin explicación de ningún tipo, centrándose en
la acción y en las reacciones entre los personajes que, como suele ser habitual
en los encierros involuntarios, suelen ser bastante tirantes. Desconocemos la
procedencia o las intenciones de estos monstruos con aspecto de hormigas
humanoides, con una boca llena de dientes enormes y afilados. Lo único que
sabemos es que quieren entrar en el bar para despedazar, matar y comerse a
todos los clientes. Es muy revelador que el título de la cinta signifique banquete y que la
frase que aparece en el póster promocional diga: “Están hambrientos y tú eres
su cena”. El bar no es más que un buffet libre para esos seres que no sabemos
si son extraterrestres que han sufrido un accidente y que han dado con sus
huesos en este bar de mala muerte para desgracia de sus clientes. Me gustaría que se quedara así, aunque conociendo el ansia que tienen los guionistas norteamericanos por explicarlo todo, dudo que no nos acaben revelando algún dato más en las otras dos partes que, a día de hoy, existen de
Feast. Cómo veis, no tengo remedio y mi afán por seguir iniciando nuevas sagas
no tiene fin. Al final, voy a acabar el año con todas a medias y sin haber
acabado ninguna, ¡qué paciencia!