miércoles, 28 de febrero de 2018

MIRROR, MIRROR (1990)


Parece mentira, porque el mes de Febrero se me ha pasado volando, pero aquí tenéis la última crítica de este tributo a las directoras de cine de terror que he hecho dentro del marco de Women in Horror Month. Como ya os adelanté, esto no quiere decir que aquí se vaya a acabar este tema porque durante el resto del año os iré introduciendo más películas de estas valientes directoras que supieron abrirse paso en un género mayoritariamente dominado por hombres.

Nos metemos de lleno en una de esas películas con objeto maldito de por medio, concretamente un espejo (no hace falta ser un lince con ese título), que es sin duda uno de los objetos más utilizados en el cine de género. A mi se me ocurren ahora mismo: Poltergeist III (1988), Mirrors (2008) y Oculus (2013), pero hoy es el turno de este espejo noventero que tiene un diseño tan bonito que parece sacado directamente de una película de fantasia tipo The Neverending Story (1984) o Labyrinth (1986).

Mirror, Mirror nos introduce en la vida de Megan, una adolescente algo tímida con una estética a lo Boy George mezclado con Winona Ryder que, tras la reciente muerte de su padre, se traslada con su madre a una lujosa mansión en un tranquilo pueblo, siguiendo el consejo del psiquiatra de ésta. Megan tiene problemas para adaptarse a su nuevo instituto y recibe constantemente burlas de casi todos su compañeros, excepto Nikki, que la acoge bajo su manto. Sin embargo, la suerte de Megan cambia cuando descubre que en su nueva casa hay un espejo maldito que le proporciona los poderes necesarios para acabar con todos sus sus detractores.

Al igual que pasaba en Slumber Party Massacre (1982) , la presencia femenina está muy presente en todos los ámbitos de la película. El guion de Mirror, Mirror fue escrito por cuatro mujeres, entre ellas, Marina Sargenti que sería, a su vez, la directora. Tras esta película, Sargenti no se prodigó mucho en la meca del cine, tan sólo dirigió un par de telefilms y varios capítulos de series como Models (1994-1995) o Xena: Warror Princess (1997). Sin embargo, los productores supieron exprimir la premisa del espejo maldito hasta en dos películas más: Mirror, Mirror 2: Raven Dance (1994) y Mirror Mirror 3: The Voyeur (1995), creando así una trilogía de películas dirigidas al mercado del videoclub, totalmente desconocidas para mí. 

Mirror, Mirror no deja de ser una de tantas imitaciones que surgieron a raiz del éxito de Carrie (1976): Chica tímida con poderes paranormales que llegado el momento explota y desata toda su furia y poder contra sus enemigos. En este aspecto son totalmente similares, hasta en la existencia de una madre bastante malrrollera, esta vez encarnada por la siempre inquietante Karen Black. Sin embargo, en esta película, Megan no tiene miedo de usar sus poderes y disfruta vengándose de todos aquellos que se burlaron de ella, hasta el punto de ofrecerle este don a su única amiga para juntas, coseguir sus sueños. 

En cuanto al reparto, habría que destacar que todos los personajes importantes de la película son mujeres y los pocos hombres que aparecen son mero relleno o carne de cañón para el espejo maldito. Sorprende la presencía de la mítica Yvonne de Carlo en un pequeño papel bastante prescindible, la verdad, pero lo que más me gustó fue la subtrama de Karen Black con el enterrador de mascotas, que sin contar el espejo, es lo de más turbio que nos vamos a encontrar. El peso de la película recae en la actuación de la protagonista, Rainbow Harvest, un actriz que participó en un puñado de películas de los 80 y 90 y luego desaperecío de la faz de la tierra. La verdad es que su presencia es muy enigmática por su notable parecido con Wynona Ryder.

No tenemos que olvidar que esta cinta es de bajo presupuesto y creada directamente para el mercado de video ya que esto se aprecia perfectamente en el escaso número de muertes que hay en la película, así como la falta de espectacularidad en la mayor parte de los asesinatos. Sin embargo, sí que habría alguna muerte salvable como por ejemplo la del abrasamiento por agua hirviendo en las duchas y la escena final con el espejo que debe ser una proeza visual para la época, por la importancia que le dan, jajaja. 

A pesar de su excesiva duración, 104 minutos, Mirror, Mirror no se me hizo pesada en ningún momento, porque me dejé atrapar por esa atmósfera tenebrosa y malrrollera, tan típica de las películas de terror de los 80 y 90, que conseguían cautivarte a la primera de cambio. También es muy interesante el giro argumental que introducen al final y que contribuye al buen sabor de boca que te deja esta película. Así que si no sois demasiado alérgicos a las estéticas noventeras con su extravagantes peinados e indumentarias, deberías darle una oportunidad a esta joyita de los espejos malditos porque merece bastante la pena. Yo ya os digo que voy a intentar conseguir el resto de películas de la saga porque tengo curiosidad por ver cómo continua la historia.