Todas las cintas que he visto de terror australiano,
y ya son unas cuantas, me han gustado en mayor o menor medida. No puedo decir
que ninguna de ellas haya sido mala porque todas me han parecido sumamente
entretenidas y disfrutables. Primal
(2010) no es que sea de las mejores cintas a las que me he enfrentado, pero
sí que logró mantener mi atención durante todo su metraje, y eso ya es bastante
decir porque me distraigo con facilidad.
Un grupo de amigos viaja hasta la Australia profunda
para estudiar unas pinturas rupestres que hay en una roca. Para llegar a la
zona de acampada tienen que recorrer una cueva que atraviesa una montaña, para
no conducir varios kilómetros rodeándola. Sin embargo, Anja, debido a sus problemas de claustrofobia, decide hacer el camino
largo y esperarles al otro lado, en la salida de la cueva. Al
anochecer, Mel cae enferma tras ser
picada por las sanguijuelas que había en un lago cercano y empieza a
convertirse en un depredador primitivo. Los amigos, ahora convertidos en presa
para Mel, tendrán que escapar si no
quieren ser devorados por su amiga.
Primal es la opera prima del director australiano Josh Reed que en ella trabaja,
además, como guionista, productor y
editor. Desde luego, nadie puede poner en duda la pasión con la que Reed emprendió este proyecto, jejeje. Tras
él, el director neozelandés se ha dedicado por completo al mundo de la
televisión, dirigiendo varios capítulos de conocidas series de su país.
En las entrevistas en las que se le ha preguntado a Reed si el mal que se oculta en la cueva
está basado en alguna leyenda aborigen, ha comentado que es una historia
totalmente inventada y que se tuvo bastante cuidado en evitar que coincidiese con la realidad de algún mito. El
equipo no quería que el proyecto tuviese problemas por herir la sensibilidad de
alguna tribu o caer en imprecisiones culturales. De hecho, en la producción contaban con una aborigen que se
encargaba de que las pinturas rupestres que se diseñaron no tuviesen nada que
ver con algo conocido.
Esta película me recordó mucho a Las Ruinas (2008). En ambas, la
ignorancia que tienen los personajes acerca de los tesoros arqueológicos que
quieren visitar les lleva a meterse en la boca del lobo, ya que no parecen
haber consultado los horrores que ocultan esos sitios aparentemente idílicos.
Una de las cosas que más me sorprendió fue que los
chicos seguían viendo a Mel como a su
amiga, a pesar de que ésta se había convertido en una animal voraz, sediento de
sangre. En vez de intentar matarla tras el primer ataque, que es lo que se te
pasaría por la imaginación, ellos tratan de huir y apresarla porque en el fondo
de sus corazones queda un atisbo de
esperanza para la salvación de su
amiga. La verdad es que esta situación me creó un dilema moral, para que luego
digan que las películas de terror no nos hacen pensar. Por un lado, no entendía
como los chicos querían apresar a su amiga para llevarla a un hospital y que se
curase, cuando habían visto como a Mel
se le habían caído todos los dientes y en su lugar lucía la dentadura de una
piraña o algo parecido. La verdad es que yo le veo muy mala solución a esto,
¿no os parece? Pero por otro lado, hay que pensar que, si esto le sucediese a
una amiga nuestra muy querida, con la que hemos compartido mil vivencias y
aventuras, nos sería muy complicado matarla aunque fuese en defensa propia. Así
que pensándolo bien, no me parece tan descabellado el enfoque que le dan en la cinta.
Primal tiene algún golpe de humor en las conversaciones
que mantienen los amigos, pero sobre todo con la aparición del conejo sediento
de sangre humana. Los encargados de la, no puedo decir otra cosa, pésima Zombeavers (2014), podrían haberse
fijado un poco en esta producción australiana para crear unos castores zombis
más reales y no que parecían zapatillas de peluches viejas con dientes.
Lo que le hubiera hecho falta a esta película para ser
redonda, sería haber introducido un mayor número de amenazas, porque estar sólo
atentos a los ataques de Mel se me hace
un poco simple. Yo habría puesto al grupo de amigos en
muchos más aprietos, jejeje. Por otro lado, el CGI que usan al final de la
película, me pareció bastante cutre y podrán haber prescindido de esa escena.
Pero bueno, a pesar de eso, la película en conjunto funciona.
Primal es una película sin muchas pretensiones, tiene un
argumento sencillo, altas dosis de sangre y momentos tensos. Es una cinta entretenida
que nos hará pasar un gran rato, y que volverá a demostrarnos que el cine australiano
tiene mucho que decir y que no tiene miedo de enfrentarse a ningún subgénero
del extenso universo del cine de terror.