Creo que ya os había hablado en alguna ocasión del libro de
Brian W. Collins: Horror Movie a Day. Pues bien, el pasado viernes decidí
ojear su selección de películas extrajeras, es decir, no nortemericanas, porque
intentaba escapar de mis ansias por terminar la trilogía de Ginger Snaps y
saturaros con reseñas de mujeres lobo. Rabies era la película que encabezaba esta sección
y, por lo tanto, su favorita, así que aprovechando que estaba disponible en el
catálogo de Filmin, me dispuse a verla.
Dos hermanos adultos se fugan de casa y terminan en un
bosque, en el que uno de ellos queda atrapado en la trampa puesta por un psicópata. El otro
irá en busca de ayuda y en su camino se cruzará con un grupo de chicos que iban
a un campeonato de tenis, un guardabosques con su perro, y un par de policias
muy peculiares, sin olvidarnos del psicópata que merodea por la zona.
Rabies ostenta el título de ser la primera película de terror
israelí y la ópera prima de los responsables de la conocida Big Bad Wolves
(2010), Aharon Keshales y Navot Papushado. En esta ocasión nos traen una
película que nada tiene que ver con los slashers, o con otro subgénero del
terror, si no que es más bien una
sucesión de acontecimientos desafortunados que, motivados por la rabia, los
celos o la venganza, conducirán a la muerte de los personajes.
La verdad es que me ha sorprendido leer tantas opiniones
positivas sobre esta producción israelí porque a mí no me ha funcionado tan
bien como a la mayoria. Me ha parecido una sucesion de tramas que intentaban sorprender al
espectador con sus giros inesperados, pero que carecían de lógica o continuidad.
En primer lugar, el psicópata que rapta a la chica y que pone toda la trama en
funcionamiento, desaparece practicamente de la historia y nunca llegamos a
saber cuáles son sus motivaciones o intenciones. Lo de la pareja de policias ya
me pareció demencial, entiendo que sería una parodia, pero tan exagerada que ya
se me escapa el sentido. Y luego, la chica modosita que le daba miedo coger un arma y se
acaba convirtiendo en el mísmisiomo Janero Solitario. Es cierto que todo
destila un humor negro algo macabro, pero yo no conseguí entrar en su juego.
Pero no todo es malo en Rabies, uno de sus principales puntos
a favor es que rompe con todos los canones establecidos por el cine de terror y
les da la vuelta. Toda la acción se situa en un bosque a plena luz del día, que parece
hechizar a los personajes y sacar la bestia que todos llevan dentro. De esta manera,
se convierten en una amenaza mucho mayor que el asesino que ronda por el lugar. Además, el bosque en sí está lleno de peligros con trampas para osos,
hoyos en el suelo y minas antipersona, por lo que escapar de allí con vida no
va a ser tarea facil. Los personajes tampoco responden a los estereotipos habituales
y sus comportamientos y reacciones van a ser totalmente impresibles, tanto que cómo
en el acaso de los policias, rozan lo absurdo.
La dosis de sangre y gore no es tampoco muy abundante, y
varias de las escenas más salvajes
ocurren fuera de pantalla. No es algo que me importase demasiado porque a estas alturas, ya
había perdido toda conexión con la trama de la historia.
En
definitiva, Rabies es una película bastante loca, en la que tendrán cabida todo
tipo de situaciones descabelladas y personajes odiosos. Yo no conseguí
empatizar con su humor, ni con su planteamiento y, la verdad es que se me hizo
larga, a pesar de su 90 minutos de metraje. Por lo que veo, vuelvo a no
coincidir con los gustos de la mayoría, ni con los de mi admirado Brian W.
Collins, que me ha descubierto aunteticas maravillas del cine de género, pero
tambien bodrios insufibles como Carver (2008). Rabies no llega a ser, ni muchísimo menos, tan mala
como ésta, pero la considero un titulo totalmente
prescindible.