¡Madre mía, vaya peliculón! Si alguno de vosotros
todavía no la ha visto, no perdáis el tiempo en leer esta reseña, id corriendo
a verla y tratad de enmendar este fallo lo antes posible. Para los que todavía
sigáis por aquí voy a hablaros un poquito de la que, sin duda, es una de las
mejores comedias de terror que he visto yo hasta el momento.
Había oído hablar de esta película, pero no fue
hasta que mi amigo de twitter @BarrySpawn88, una de las personas más expertas
en cine que conozco, me la recomendó, que no me decidí a ver Tucker & Dale vs. Evil (2011).
Recuerdo perfectamente ese día, un viernes por la noche, dispuesta a comenzar
como siempre con mi sesión de películas de terror, pero lo que no sabía es que
ese Fright Friday iba a ser inolvidable.
Tucker y Dale
son dos pueblerinos, amigos de toda la vida, que acaban de comprarse una vieja
casa de vacaciones en medio de un bosque. De camino a lo que iba a ser un fin de
semana idílico, pescando y arreglando su nueva casa, se encuentran con un grupo
de jóvenes universitarios que, por error, o más bien a causa de sus prejuicios,
les confunden con asesinos al más puro estilo The Texas Chainsaw Massacre (1974) o Deliverance
(1972). Tendréis que ver la cinta si queréis averiguar las consecuencias
que acarreará tal confusión, jejeje.
Película escrita y dirigida por Eli Craig que supuso su debut en el mundo del
largometraje. Craig trabajó durante varios
años como guía de montaña incluso en
viajes de montañismo por Sudamérica y fue aquí precisamente donde le surgió la
idea para esta película. En una entrevista dijo que le había sorprendido mucho
en su época de montañero que a los chicos a los que guiaba les solía dar miedo
que apareciese un pueblerino y les
matase a hachazos. Cuando, para él, era mucho más fácil caer en la garras de
algún miembro malvado de una fraternidad universitaria que en las de un paleto
esgrimiendo una sierra mecánica. Así que, con esta película lo que Craig pretendía era equilibrar la
balanza.
En Tucker
& Dale vs. Evil encontramos un equilibrio perfecto entre comedia y
terror. De la misma manera que esta fórmula cuajó en Shaun of the Dead (2004), de la que no tardaré en haceros la
reseña, aquí funciona a las mil maravillas y puede que incluso haga las escenas
sean mucho más gore.
Podríamos considerar a esta película como el anti slasher. Tucker y Dale no son unos
asesinos, ni mucho menos, son dos personas normales y corrientes, un poco
simples, eso sí, pero con un gran corazón. A pesar de ello vamos a tener
muertes para rato y de lo más originales. Mi preferida es la del triturador de
madera. No sé qué me hizo más gracia, sí lo absurdo de la muerte o el
comentario de Tucker, pero fue de
esos momentos en los que no podía parar de reír.
Esta cinta no sería lo mismo sin las convincentes
interpretaciones de Tyler Labine, en el papel de Dale y Alan Tudyc como Tucker. Labine y Tudyc son bastante conocidos en
EEUU y Canadá, principalmente por sus papeles en series de televisión. Decidme
si, durante la película, Dale no os
enternece y si no os partís de risa con el humor sarcástico de Tucker.
Tucker & Dale vs. Evil es una sátira, hecha con todo el respecto del
mundo, de las películas de terror, especialmente de los slashers: cambio de papeles entre víctimas y asesinos, cabaña solitaria en medio de un bosque, huídas a toda prisa entre los árboles y flashbacks de crímenes pasados…
Y para todos aquellos que, como a mí, una sola
película os ha sabido a poco, una buena noticia: Labine y Tudyck
anunciaron el año pasado que se estaba trabajando en una secuela. Nos tocará
seguir esperando a ver sí por fin sale a la luz y conserva la calidad de su
predecesora.
Para resumir os digo que Tucker & Dale vs. Evil es una película con un ritmo trepidante, muy
divertida, con unas muertes de lo más imaginativas y gore, que sin duda no
olvidareis. Yo ya se la estoy recomendando a todo el mundo. ¿Queréis ser los
únicos que se queden sin verla?